Aplausos de pie, por Patricia del Río

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Y este es solo uno de los tantos ejemplos de lo que nuestros artistas nos están ofreciendo para que no se nos reduzca el cerebro por falta de estímulos interesantes. Si quieres aprender a bailar huaylarsh, tondero, marinera, ahí están las hermanas Orihuela, llenas de alegría, dando sus clases online. Raúl Tola dicta, desde Madrid, adictivos talleres de literatura; Mariana de Althaus estrena mañana una microobra de teatro online. El 9 de junio, Sandro Calderón Castillo presentará “Isabel”, un cortometraje creado y grabado con su iPhone durante la cuarentena; las artistas de la comunidad de Cantagallo Olinda Silvano y Wilma Maynas han puesto a la venta sus increíbles pinturas para seguir sobreviviendo. Hay cuentacuentos que divierten a los chicos, grupos de cumbia, rock, folclor, que hacen conciertos para ayudar a recaudar fondos. Les recomiendo especialmente no perderse a Daniel F y Diego Dibós cantando a dúo “Amor y dolor”, el video ya alcanzó más de 100 mil reproducciones.

Me faltarían mil columnas para seguir nombrando la oferta cultural que ha inundado las redes sociales. Las hay pagadas, gratuitas, para público especializado o general, algunas son interactivas otras no; pero todas demuestran que la manifestación del ser humano a través del arte es una manera de seguir existiendo, de seguir reencontrándonos con lo que somos. Por eso indigna la soledad en la que se ha dejado a nuestros pintores, actores, músicos, bailarines, artesanos, cineastas que están enfrentando el mayor reto de su historia completamente solos.

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Ha tenido que estallar el escándalo de ese extraño personaje Richard Swing, que cobraba S/30 mil por charlas motivacionales en el Ministerio de Cultura, para que el Gobierno destine S/50 millones para apoyar al sector en momentos tan duros. Ha tenido que quedar en evidencia que puedes conseguir sueldos exorbitantes porque “apoyaste” al presidente en su campaña, para que voltearan a mirar a todos nuestros artistas que, hartos de ser ignorados, empezaron a reinventarse para seguir viviendo de su trabajo.

Ha tenido que explotar este caso absolutamente vergonzoso para recordarnos lo poco que les importa la cultura a nuestros gobernantes; y la dignidad y entereza con la que viven y trabajan nuestros artistas. Mi infinito respeto a todos ellos.