El mismo artista que provoca aplausos en la pantalla ahora provoca una ola de prejuicios de retaguardia: que los actores son frívolos, creídos, poseros, metrosexuales y, por lo tanto, descalificados para cargos políticos. Ironía: estos prejuicios encajan en la formulación general de los proyectos de ley hechos por conservadores para diluir el impacto feminista de otros proyectos que buscan penalizar específicamente el acoso político a mujeres. Del Solar sería, bajo esa formulación amplia, una persona acosada, descalificada y discriminada por razones ajenas a su función política.
En ningún caso el ‘background’ de la pantalla y la escena descalifica para la política, ni presupone una orientación ‘caviar’. Hay mucho actor de izquierda, pero ninguno llegó tan lejos como el derechista Ronald Reagan. Y acá, no culpemos a la derecha de que su más célebre representante en el gremio actoral, Karina Calmet, tenga tan poca consistencia que no sobrevivió a una candidatura a regidora.
Salvador del Solar ya tenía un pie en la política antes de ser ministro de Cultura de PPK. Se preparó de varias formas, entre otras, estudiando y conduciendo un programa político en Canal N. (Aprovecho para sacarme una espina: por aquel entonces, yo era crítico de TV e hice una dura crítica a su programa. No me entusiasmaban sus entrevistas ni sus comentarios, y en eso me reafirmo; pero no supe ver al conductor saboreando, a través de sus invitados, la política a la que se iría a dedicar).
Cuando debutó en Cultura, no tuve duda de sus habilidades. Es una cartera con mil pequeños detalles –una muestra de arte, un premio, un certificado de restos arqueológicos– que pueden explotar de imprevisto, pero también es una continua invitación a celebrar el patrimonio, sin que nadie salte ante la percepción de que todo se gestiona desde Lima.
La PCM no es una fiesta de limeños. Del Solar tendrá, rápidamente, que demostrar en la cancha que puede resolver conflictos y canalizar, rápidamente, la voluntad política palaciega, con una declaración, un comunicado, un tuit o un link a la resolución precisa. Tiene que hacerse oír por Vizcarra, cuando discrepen en algún punto, respetando y cediendo ante el presidente solo si de esa forma gana posiciones en otros terrenos. Que muestre lo que aprendió tras ser embaucado por PPK.
¿Tiene aspiraciones al 2021? Muy probablemente sí, como tantos en la escena. No son afanes incompatibles, si los mantiene a raya cuando tenga que tragarse un sapo en aras de la gobernabilidad, cuando tenga que ayudar a corregir los excesos y desfases de nuestro presidencialismo híbrido, cuando tenga que convencernos de que el gobierno es genuinamente reformista.