Escribo estas líneas mientras me encuentro obligatoriamente encerrado. Nuevamente. Como hace cinco meses. Soy consciente de la terrible situación de contagios y muertes por el COVID-19 que enfrenta el país, cuyos números se han incrementado peligrosa y aceleradamente durante las últimas semanas –sin nunca haber alcanzado la ansiada meseta–, dejando a nuestros centros de salud colapsados. Por ello, intuyo la razón detrás de la medida de confinamiento. Pero no debería intuirla, debería conocerla.
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