Sin vergüenza alguna, el presidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva, apadrinó el retorno de Nicolás Maduro a las lides diplomáticas cuando lo invitó a participar de una cumbre sudamericana en Brasilia. Lula, en un intento de lavarle la cara al sátrapa venezolano, se atrevió a afirmar en conferencia de prensa: “Ustedes saben muy bien cuál es la narrativa que han construido respecto de Venezuela: del autoritarismo”.
¿Será que los años que pasó en la cárcel le hicieron perder a Lula el sentido de la realidad? ¿Será que no se enteró de la crisis humanitaria de Venezuela, del éxodo de millones de ciudadanos a los países de la región?
Y lo paradójico de la malhadada frase de Lula es que es la izquierda la madre de las falsas “narrativas”. Son ellos los que no solo cuentan la historia a su conveniencia –en muchos casos–, sino los que mienten con descaro. El caso más concreto y cercano es el cinismo con el que varios presidentes de la región defienden al aspirante a dictador y procesado por corrupción Pedro Castillo y desconocen la legitimidad de la presidenta constitucional Dina Boluarte.
Es precisamente en las cumbres presidenciales donde, con solemnidad y sin rubor, los mismos mandatarios que nunca han condenado la dictadura de Maduro pontifican sobre democracia y derechos humanos. Por ejemplo, la cumbre de la Celac, de enero de este año en Buenos Aires, fue la plataforma para que en bloque y al unísono se dedicaran a defender a Castillo.
Fue entonces que, con palabras y hechos, demostraron que para ellos el Perú había caído y tenían que recuperarlo, fracasando en el intento.
“No debemos dejar solo al pueblo hermano del Perú. Fue una infamia lo que hicieron con Pedro Castillo”, decía entonces el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. Mientras, su camarada Gustavo Petro de Colombia se preguntaba: “¿Por qué tiene que haber golpes parlamentarios y violentos? ¿Por qué presidentes democráticamente elegidos hoy están presos cuando deberían estar en esta mesa?”.
A este coro se sumaba la presidenta de Honduras, Xiomara Castro: “Condenamos el golpe de Estado en el Perú y la agresión a la que se ha sometido al pueblo peruano. Nuestra solidaridad con el presidente electo, legítimo, Pedro Castillo y demandamos su inmediata liberación”.
El chileno Gabriel Boric hacía lo suyo entonces, alegando “la imperiosa necesidad de un cambio de rumbo en el Perú”.
Hay que anotar, sin embargo, que en esta oportunidad, en Brasil, Boric ha desentonado de la melodía de la izquierda latinoamericana para contradecir a Lula. “Expreso, respetuosamente –señaló Boric–, que tengo una discrepancia con lo dicho por el presidente Lula, en el sentido de que la situación de los derechos humanos en Venezuela fue una construcción narrativa. No es una construcción narrativa, es una realidad, es grave y yo tuve la oportunidad de ver, vi el horror de los venezolanos. Esta cuestión exige una posición firme”.
Si en Buenos Aires pretendieron resucitar a Castillo con falsedades y sin éxito, en Brasilia el intento de Lula por relanzar a Maduro ha fracasado estrepitosamente. Es que la verdad y los hechos son más fuertes que cualquier narrativa barata.