Ten cuidado con lo que pides porque podrías conseguirlo, dice un proverbio gringo. El proyecto de ley aprobado en la comisión de presupuesto del Congreso para devolver los aportes a la ONP, que ha sido criticado desde distintos frentes, es también, en cierta manera, lo que se ha propuesto desde distintos frentes: la conversión de la ONP en una AFP. Conversión más retiro anticipado. Dos en uno. Y con el mismo costo fiscal.
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De aprobarse este proyecto, los afiliados que cumplan ciertos requisitos podrán recuperar la totalidad de sus aportes a la ONP más los intereses que se habrían devengado a la tasa pasiva promedio del mercado. El reconocimiento de los aportes y los intereses acumulados como un derecho a título individual del afiliado equivale a crearle (nocionalmente, digamos) una cuenta individual de capitalización, esto es, un fondo privado para su pensión, como el que tienen los afiliados a las AFP. Que lo pueda retirar inmediatamente es otro problema; pero es un gran avance que el Congreso comience a pensar en los aportes a la ONP como una propiedad individual.
Hay algo más en la lógica del proyecto que es digno de encomio. Su motivación es que los afiliados que no alcancen los 20 años mínimos de aportes que exige la ONP no recibirán una pensión, a diferencia de los afiliados a las AFP, quienes, alcancen o no alcancen ese mínimo, sí tendrán una pensión, que puede ser más alta o más baja, dependiendo de cuánto hayan aportado, pero de todas maneras tendrán una pensión. La superioridad del sistema privado sobre el sistema público se hace evidente.
Las críticas al proyecto se centran en el costo fiscal de la devolución, que se estima en unos 7.500 millones de soles. La ONP ciertamente no tiene esa plata porque ha usado los aportes recaudados a lo largo de los años para pagar las pensiones de aquellos que ya estaban jubilados. Así es como funcionan los sistemas de reparto. Por eso se les llama en inglés ‘pay as you go’ (como quien dice, “vas pagando”). Si la ONP no puede devolver los aportes porque ya los usó para pagar pensiones, entonces, la plata tiene que salir del tesoro público.
Eso es lo que preocupa a los críticos. Pero es exactamente lo mismo que tendría que pasar si la ONP se convirtiera en una AFP. La conversión implica que a cada uno de los afiliados a la ONP se le cree una cuenta individual de capitalización donde se deposite todo lo que haya aportado desde el principio de su vida laboral más los intereses acumulados (y todo lo que aporte en el futuro). Pero sabemos que la ONP no tendría cómo hacer esos depósitos porque, como acabamos de decir, ya usó los aportes para pagar las pensiones de sus jubilados. El único que puede hacer los depósitos iniciales en las cuentas individuales de los afiliados es el tesoro público.
La discusión, entonces, se reduce a dos puntos. Primero, con qué velocidad debería el Gobierno devolver los aportes, depositándolos en las nuevas cuentas individuales de los afiliados, mientras sigue pagando las pensiones de los jubilados del sistema público. Segundo, en qué momento debería permitírseles a los afiliados retirar los fondos que se depositen en sus cuentas.
Con algunas modificaciones, la devolución de los aportes a la ONP podría ser la primera buena idea que hemos escuchado en mucho tiempo en materia de reforma del sistema de pensiones.