El Congreso ha tomado la trascendental decisión de reformar el modelo de descentralización, para asegurar su eficiencia y transparencia. Para ello, adoptó una medida clave: eliminar la reelección de alcaldes y presidentes regionales. Esta gran reforma va en la línea de lo aprobado meses atrás: cambiar el nombre de presidentes regionales a gobernadores regionales.
Los analistas coinciden en señalar que esos eran los cambios que se necesitaban para corregir el modelo. No era necesario discutir las funciones transferidas, la capacidad de gasto, los sistemas de control político ni la formación de cada entidad regional. En el fondo, todos sabían que la actual debacle se debía al título que recibían las autoridades regionales y a que un porcentaje mínimo de ellos se reelegían.
Fuentes cercanas al Parlamento nos informan que se seguirán impulsando reformas políticas de fondo. Por ejemplo, se planea cambiar la estructura presidencialista de nuestro país, revisando si la banda presidencial debería llevar o no el escudo patrio, estableciendo la obligación de que el mensaje presidencial del 28 de julio sea con presentación de PowerPoint, y discutiendo la necesidad o no de los Húsares de Junín. La reforma llegaría incluso al propio Congreso. “Estamos pensando cambiarnos el nombre para generar mayor cercanía con la población: pasaríamos a denominarnos papis de la patria”, señaló con ternura y satisfacción un parlamentario.