Lo dice el Eclesiastés: para todo hay un momento y para cada cosa un tiempo bajo el sol. Hay un tiempo para nacer y otro para morir. Uno para sembrar y otro para cosechar; y asimismo, una época hay para construir y otra para demoler. Con igual lógica, entonces, tendríamos que convenir que hay un tiempo para holgar y otro para estudiar en esta vida.
De hecho, los poetas goliardos de la Baja Edad Media dedicaron al asunto una sabia composición que, con buen tino, alguien conservó para nosotros en la colección conocida como “Carmina Burana”. “Dejemos los estudios –reza el antiguo poema–, es dulce ser necio, y gocemos los placeres de la juventud tierna, que es propio de la vejez entender en cosas serias”.
Ahora, si de fuentes tan doctas hemos aprendido que esto es así, ¿a qué viene el ‘bullying’ a la congresista Cenaida Uribe? La señora, es cierto, dejó un par de cursos desaprobados cuando, confundida en el tumulto, abandonó el colegio junto con aquellos compañeros suyos que sí habían terminado quinto de media. Pero en aquel entonces la futura matadora era solo una nena y fuera de las aulas el sol teñía el mundo de una incandescencia que no admitía postergaciones. Además, 24 años más tarde, cuando ya le tocaba “entender en cosas serias”, volvió para rendir los exámenes que debía… ¡y pasó! ¿Hay acaso alguien con más merecimientos para integrar la Comisión de Educación del Congreso?