Recuerden mis palabras: Alejandro Celestino Toledo Manrique será el próximo presidente del Perú.
“Señores de los medios de comunicación, mi mente y mi alma no tienen espacio para el rencor” ha declarado el pródigo ex mandatario, regalándonos su perdón por implicarlo sin sustento en el escándalo de Ecoteva. Olvidando el ‘ice bucket challenge’ de Eliane en Stanford, Toledo decide acometer la empresa quijotesca –según todos los indicios delictivos que lo incriminarían– de pisar el Perú, apostar por sus raíces cabanistas y por el Perú posible.
Ahora que está en campaña, ‘El Sagrado’ ha sabido reconocer que “se debe a su gente”. Esperamos de corazón, por ello, que escoja sin titubeos a José León, congresista y ex ministro peruposibilista, quien sufre del ‘bullying’ de los medios por una supuesta relación con el crimen (organizado). Hacerlo probaría que reconoce que León es una víctima más de las circunstancias, azarosas circunstancias que lo llevaron a alquilarle la casa a un narco y a confraternizar con los Sánchez Paredes. Circunstancias, agregaríamos, a las que Toledo –quien en más de una ocasión ha sido también su víctima (no es fácil que usen tarjeta de crédito sin tu consentimiento y la gasten en sitios de dudosa reputación o que justo te cases con la hija de Eva Fernenbug)– debería ser especialmente comprensivo. Señor Toledo, dele otra oportunidad; haga con él lo que seguro más de un peruano hará por usted.