En el 2014, tres periodistas empezaron a trabajar desde sus domicilios en Caracas, en lo que sería Armando.info, un medio digital investigativo. Pronto convirtieron en oficina un ambiente de la casa de uno de ellos, Joseph Poliszuk, en Colinas de Bello Monte. Los otros eran Alfredo Meza, quien venía del diario “El Nacional”, y Ewald Scharfenberg, corresponsal de “El País”, un refinado observador de los matices del chavismo. El año anterior Nicolás Maduro había sido elegido presidente por primera vez. El contexto empeoraba para la prensa: misteriosos inversionistas adquirieron más de 20 medios independientes, varios importantes como Globovisión y los diarios “El Universal” y “Últimas Noticias”. Quedaba un sendero de espinas para quien investigara por su cuenta. Armando.info lo siguió y llegó a descubrir al mismísimo testaferro de Maduro, Alex Saab. Evocarlo es pertinente: el personaje fue uno de los factores que lo obligaron a prometer elecciones limpias en el 2024.
Saab era un empresario colombiano que venía siendo investigado por lavado de dinero en su país cuando inició negocios fraudulentos con la administración de Hugo Chávez, quien fallecería en el 2013. En el 2015, una investigación de “El Universo” (Ecuador), “El Nuevo Herald” (EE.UU.) y Armando.info, reveló que una empresa de Saab estafó cuantiosamente a Venezuela. Recibió US$159 millones para importar kits de vivienda que jamás entregó. Fue la primera vez que un medio lo mencionó con nombre propio. Mientras tanto, Saab organizaba un segundo gran negociado: la importación de víveres para los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), en un contexto de crisis alimentaria. Un periodista de Armando.info, Roberto Deniz, se convertiría en el principal investigador de la inagotable fuente de corrupción que se hallaba detrás de los CLAP. Primero descubrió que la leche estaba adulterada. Luego, que Saab realizó una descomunal sobrefacturación. Después halló la red de complicidades internacionales.
Es historia conocida lo que sobrevino. Saab denunció a Deniz y a tres editores de Armando.info (Scharfenberg, Poliszuk y Meza) por difamación agravada. Ante el riesgo inminente de acabar detenidos, emigraron a Colombia, desde donde siguieron investigando. Armando.info ha publicado una veintena de historias relacionadas con Saab, quien hasta el 2020 se convirtió en el principal operador de los negocios de Maduro, entre ellos el del petróleo de PDVSA. Ese año fue detenido por las autoridades de Cabo Verde porque un fiscal de Estados Unidos lo requería por lavar US$350′000.000. Fue extraditado al año siguiente. En las audiencias judiciales se reveló que había sido informante de la DEA, que confesó sobornos a jerarcas del régimen venezolano y que incluso devolvió US$10′000.000 mal habidos. Maduro parecía estar en aprietos. Ya existía una orden de captura por narcotráfico en contra suya, de un juzgado de Nueva York. Por eso sorprendió el cambio de giro del gobierno de Joe Biden. En diciembre del 2023 anunció que libraba de cargos a Saab porque Maduro pondría en libertad a diez detenidos estadounidenses y a otros 20 presos venezolanos.
La negociación que liberó a Saab está narrada con lujo de detalles por Adam Ciralsky en un artículo de “Vanity Fair” publicado el 29 de mayo de este año. Ciralsky, un abogado, escritor y productor de televisión que ha trabajado para la CIA, acompañó durante un año las actividades de la oficina de Roger Carstens, enviado presidencial para la liberación de estadounidenses a quienes se considera injustamente apresados. Para lograrlo negocia con quien sea, ofreciendo lo que sea, bajo autorización presidencial. Opera en cualquier parte del mundo. Venezuela empezó a ocupar más su atención desde la captura en Haití, en el 2015, de dos sobrinos de la esposa de Maduro, Cilia Flores, cuando iban a cobrar un anticipo por la entrega de 800 kilos de cocaína. Llevados a los Estados Unidos por la DEA, fueron sentenciados a 18 años de prisión en Nueva York. A partir de entonces la detención de gringos en Venezuela aumentó. Los narcosobrinos fueron liberados en el 2022 a cambio de que volvieran a los Estados Unidos siete estadounidenses presos en Caracas. Pero quedó otro grupo por rescatar, y ese fue el gancho que usó Maduro para recuperar a Saab un año después.
Parte de las negociaciones fue un convenio para que hubiera elecciones en Venezuela y el relajamiento de sanciones de los Estados Unidos. En ese contexto se firmó el Acuerdo de Barbados, suscrito en Bridgetown el 17 de octubre del 2023 entre el gobierno y la oposición. Saab fue liberado en diciembre. Claro que el pacto fue para que las elecciones fueran limpias y no fraudulentas. El día del intercambio de prisioneros Biden dijo: “Aseguramos la liberación de todos los estadounidenses detenidos en Venezuela. Además de eso, Venezuela, hasta ahora, ha cumplido su compromiso hacia una elección democrática”.
Pero cuando Maduro prometió garantías democráticas lo hizo a sabiendas de que controlaría los resultados, de lo que también eran conscientes los estadounidenses−pese a lo declarado por Biden− y los seis países que avalaron el acuerdo: Rusia, Noruega, Países Bajos, México, Colombia y Barbados. No hubo ingenuos. Por cierto, circularon agresivas críticas contra la negociación, que ahora puede verse como una burla más del dictador. Para los periodistas fue frustrante.
En un documental sobre el caso Saab de Armando.info y Frontline, difundido este año por la red de televisión pública estadounidense PBS, el realizador, Juan Andrés Ravell, le pregunta a Roberto Deniz:
−Ahora que liberaron a Alex Saab, ¿crees que habrá elecciones libres en Venezuela?
−Yo, honestamente, no lo creo. Porque entregan hoy a Alex Saab, ¿y qué garantía tienes de que haya después un cumplimiento de las promesas?
El Acuerdo de Barbados fue violado por Maduro antes de los comicios. Hizo descalificar a dos candidatas que lo enfrentarían e impidió el voto de cinco millones de venezolanos en el exterior. La oposición aceptó la contienda porque el apoyo internacional languideció junto con la pérdida de legitimidad de Juan Guaidó, su representante en el exilio. No tenía otro juego, después de que fracasaran el abstencionismo electoral, la protesta en las calles, las denuncias ante la Corte Penal Internacional. Apostó a que una mayoría abrumadora, como la que venció el domingo pasado, abriera fisuras entre los aliados de Maduro. Eso está por demostrarse.
Nadie tiene una teoría sobre cómo caen las dictaduras, aunque puede decirse que cuanto más conocimiento tengan los pueblos de los crímenes de quienes los gobiernan habrá una base mayor hacia la libertad. Existen múltiples indicios de que la cleptocracia liderada por Maduro está conectada con el narcotráfico y con las principales redes de crimen organizado del continente. Las evidencias, a veces obtenidas a partir de un trabajo periodístico, podrán servir a la hora de ajustar cuentas. El Caso Saab, solo una parte de la actividad criminal de Maduro, deja fuera de cualquier duda que les robó a los venezolanos. En el documental fue entrevistado Michael Nadler, el fiscal estadounidense que logró arrestar a Saab en África. “Nos dejó claro −dijo− que tenía acceso directo a Maduro, que lo sobornaba a él y a otros importantes venezolanos, que tenía control y acceso a sus cuentas, y a dónde iba el dinero”. De cada dólar que obtenía, Saab le reservaba 50 centavos al dictador.
Falta conocer lo que contiene el expediente por narcotráfico abierto contra Maduro en Nueva York. Y en algún momento podrá comprobarse lo que publicó desde Bogotá Noticias Caracol el 31 de mayo: escalofriantes pormenores de la forma en que la inteligencia venezolana se alió con terroristas del ELN y el Tren de Aragua para asesinar a exmilitares y opositores refugiados en Colombia y Chile. Tiempo al tiempo.