El 17 de agosto, los alemanes exigieron al general Leman la rendición de los fuertes de Lieja. El general belga rechazó la intimación y la situación se hizo desesperante, siendo imposible resistir. Leman convocó a los oficiales superiores en el fuerte Leoncin, y les dijo: “Habéis luchado bravamente por la patria; la situación se ha hecho ahora imposible y es tonto seguir resistiendo. El honor está a salvo y ha llegado la hora de separarnos. Yo he decidido morir aquí y el fuerte de Leoncin será mi tumba”. Los oficiales dijeron que no lo abandonarían. Todos murieron heroicamente.