Editorial El Comercio

“Ellos se comen la torta solos”. Esta es la frase que , entonces gobernador regional de Moquegua, le habría dicho a su amigo a finales del 2013, luego de que este último le hiciera saber que los directivos de ICCGSA estaban interesados en adjudicarse el contrato de ampliación del hospital de la región sureña (como finalmente ocurrió). Hoy, Hernández es colaborador eficaz del Ministerio Público y Vizcarra enfrenta un juicio que podría llevarlo a prisión por haber recibido una serie de sobornos; entre ellos, una ‘tajada’ de nada menos que S/1′300.000 por la mencionada obra.

Ayer, en efecto, Hernández compareció en el juicio del exmandatario y, además de ratificar que fue el intermediario de la millonaria coima, contó una serie de detalles reveladores. Entre ellos, que Vizcarra, al igual que Alejandro Toledo, también reclamó porque la empresa se demoraba en pagarle la coima y que en el 2019, cuando ya era presidente, le pidió averiguar si los directivos de ICCGSA habían declarado sobre los sobornos porque en las redes sociales se decía por aquel entonces que “el fiscal [Pedro] Chávarry tenía información sobre supuestas entregas de dinero [para él]”.

Pero Hernández no fue el único que habló ayer. También lo hizo Tobías Puerta, exconserje de Obrainsa, la empresa que le habría pagado S/1 millón a Vizcarra en el 2014 a cambio de información que le permitiera ganar la buena pro de la obra Lomas de Ilo. Puerta confirmó que cobró los dos cheques girados a su nombre –por S/400.000 y S/600.000, respectivamente– y que entregó el dinero en las oficinas de la empresa. Allí, según el testimonio del mes pasado de Elard Tejeda, exgerente de Obrainsa y actual colaborador eficaz del Ministerio Público, Vizcarra habría recibido la plata en un maletín y en billetes de S/200.

Hasta el momento, como sabemos, la estrategia defensiva del exmandatario ha consistido básicamente en repetir que no hay pruebas en su contra, sino solo “dichos”. Dichos que, sin embargo, exhiben una sorprendente coherencia, no solo entre ellos, sino también con documentos bancarios, correos electrónicos y hasta conversaciones de WhatsApp entre los implicados. Y dichos que, no lo olvidemos, han sido aprobados por el Poder Judicial en sendos procesos de colaboración eficaz.

El expresidente puede tratar de sorprender a la ciudadanía con sus videos en redes sociales en los que pretende ser irónico, pero la realidad es que los testimonios que se han conocido hasta ahora en el juicio en su contra son bastante consistentes y prefiguran un final nada auspicioso para él.


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