La líder y ex candidata presidencial de Fuerza Popular (FP), Keiko Fujimori, difundió ayer un mensaje en las redes en el que buscó sentar la posición de su partido frente a las propuestas de reforma del sistema político que el Ejecutivo ha enviado al Congreso con la aspiración de que, hechas las observaciones que este crea pertinentes, sean sometidas a referéndum.
La ocasión parecía propicia para que la señora Fujimori abordase también las propuestas relativas a la reforma del sistema de justicia y compartiera con la ciudadanía alguna reflexión sobre sus poco alentadoras cifras en las encuestas (15% de aprobación y 80% de desaprobación en el último sondeo de El Comercio-Ipsos), pero eso, lamentablemente, no ocurrió. Sobre lo primero, dijo apenas que “el país requiere generar consensos y articular esfuerzos para que la reforma del Consejo Nacional de la Magistratura, el Poder Judicial y el Ministerio Público se hagan a la brevedad posible”, sin aportar idea alguna al respecto. Y en lo que concierne a lo segundo, sencillamente ignoró el alarmante dato de que el principal motivo de su desaprobación (72%) en la ya referida encuesta sea la percepción de que “está involucrada en actos de corrupción”. Justificada o no, tal percepción merecía ser aludida; pero la líder de FP prefirió omitir toda referencia a ella.
Sobre la materia que sí desarrolló, por otra parte, corresponde hacer algunas puntualizaciones. Nos referimos, desde luego, a la iniciativa de reforma del sistema político impulsada por el Ejecutivo y a la que ella, sumariamente, calificó de ‘populista’.
En su línea de razonamiento, el actual mandatario se ha ubicado dentro de esa forma de proceder al conceder importancia a asuntos que realmente no la tendrían y dejar de lado otros que son de absoluta urgencia. “Para el presidente –ha aseverado ella–, la delincuencia, la mala atención en los servicios de salud, la pobreza [o] el friaje en Puno no son urgentes. Lo importante para el presidente Vizcarra es una medida que se implementará todavía en el 2021”.
Con esto último se estaba refiriendo a la propuesta, mencionada un momento antes, para impedir la reelección parlamentaria, así como a aquella otra que postula el restablecimiento de la bicameralidad en el país, mencionada un momento después (curiosamente, nada comentó sobre la idea de regular el financiamiento de partidos y candidatos en las campañas electorales). Se trata, por cierto, de dos iniciativas a las que –tal como han sido enviadas al Legislativo– en estas páginas les hemos encontrado también objeciones. Pero en ningún caso, nos parece, estas pueden ser legítimamente formuladas con el argumento de que sacarlas adelante supondría abandonar otras tareas prioritarias. Resolver los problemas relativos a la representación política de los ciudadanos en el Parlamento, por citar un ejemplo, no tendría por qué implicar el descuido de la respuesta a la ola de frío en Puno. Lo urgente, ya se sabe, nunca debe impedir la atención de lo importante.
Cabe anotar que, fuera de lanzar tales críticas, tampoco a propósito de este punto aportó la señora Fujimori propuesta alternativa alguna: un déficit que resulta particularmente clamoroso si consideramos que en dos largos años de contar con una mayoría indisputable en el Congreso, la bancada de FP no ha sacado adelante ningún cambio sustancial en esta materia.
Se percibió en su mensaje, en realidad, una cierta disposición beligerante que no desdeñó ni la insinuación hostil sobre los “asesores extranjeros inmediatistas” ni la evocación del ajuste de cuentas con los medios de comunicación que perseguía la llamada ‘ley Mulder’, y que difícilmente podría conducir a las reformas actualmente en debate a buen puerto.
Felizmente, sin embargo, el pronunciamiento incluyó al mismo tiempo elementos esperanzadores. Concretamente, una invocación al presidente Vizcarra a que deje de ver a los congresistas como sus enemigos (un ejercicio que la propia señora Fujimori haría bien en ensayar en su relación con los medios de comunicación) y un ofrecimiento de luchar contra la corrupción y acabar con los odios.
Solo de ella depende presentar propuestas concretas que se traduzcan en mejoras para el país.