Analistas, inversionistas y ciudadanos en general deben conocer la visión económica del gobierno de turno y las expectativas que tiene sobre la evolución de las principales variables. Así, probablemente el mejor instrumento para entender el razonamiento del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) de cara a sus siguientes decisiones sea la publicación anual del Marco Macroeconómico Multianual (MMM). Esta semana, el MEF presentó el MMM para el período 2025-2028.
En general, el MEF mantiene perspectivas creíbles sobre el crecimiento del PBI para el 2024 (3,2%) y el 2025 (3,1%). Para los años siguientes, proyecta una expansión económica del 3%. No debería dejar de llamar la atención que estas proyecciones, que no están garantizadas, son insuficientes para las necesidades del país. Habituarse a que será esta la velocidad de crecimiento es tirar la toalla con millones de personas en situación de pobreza. El ritmo de expansión era del doble hace poco más de una década y las condiciones internacionales de hoy no son demasiado distintas a las de entonces.
Las preocupaciones vienen, además, por el lado fiscal. De acuerdo con el Consejo Fiscal, “la senda fiscal planteada en el MMM traslada prácticamente todo el peso de la consolidación fiscal al siguiente gobierno, lo que genera un problema de inconsistencia temporal y reduce la credibilidad en el necesario proceso de consolidación fiscal”. Dicho de otro modo, el MEF estaría evitando hacer los ajustes de gasto necesarios durante su gestión, a la espera de algún próximo ministro de Economía que sí quiera arreglar la situación –a un costo mucho mayor en el futuro–.
El déficit fiscal acumulado de 12 meses a julio de este año se ubica en 4% del PBI, bastante por encima del límite de 2,8% impuesto por la regla fiscal para el 2024 (esta valla, dicho sea de paso, ya fue movida por el MEF el mes pasado para darse mayor flexibilidad).
La imagen que se está empezando a formar, pues, es una de inconsistencia y de falta de compromiso con la cultura de disciplina fiscal que ha caracterizado al Perú de las últimas décadas. Las agencias calificadoras y los inversionistas lo notan claramente. Estos asuntos solo se pueden barrer bajo la alfombra por tiempo limitado, antes de que el ajuste requerido sea mayúsculo y muy doloroso. Pero el MEF parece patear el problema para otros.