Actualmente, más de 200.000 peruanos han fallecido producto del COVID-19, según las cifras oficiales. (Foto: GEC).
Actualmente, más de 200.000 peruanos han fallecido producto del COVID-19, según las cifras oficiales. (Foto: GEC).
/ NUCLEO-FOTOGRAFIA > LEANDRO BRITTO
Editorial El Comercio

Hoy se inicia un feriado que, por disposición del Ejecutivo, se extenderá hasta el martes 2 de noviembre. La fecha –con el Día de la Canción Criolla y Halloween al medio– ha motivado que solo en la capital se disparen las convocatorias a eventos en los que, en honor a la verdad, parece muy difícil que se respeten las medidas de distanciamiento social y ventilación de ambientes interiores que las autoridades recomiendan.

El lunes, el Ministerio del Interior (Mininter) en el que recordó que está prohibido “todo tipo de evento masivo” o “que implique la concentración de personas”. Mientras que el Ministerio de Cultura explicó que “los espectáculos de artes escénicas (incluidos los espectáculos musicales) están permitidos siempre que cuenten con la correspondiente autorización municipal, respeten las disposiciones de bioseguridad y la normativa establecida”.

No obstante lo anterior, considerando que varias fiestas se promocionan como eventos de “artes escénicas” y que en peores momentos de la pandemia hubo reuniones sociales que se celebraron clandestinamente, es poco probable que en esta oportunidad las disposiciones sanitarias se cumplan a rajatabla. Aquello sería un grave error, por supuesto, porque, aunque el virus ha dejado de mostrarnos su faceta más letal, todavía sigue entre nosotros. Y porque ningún llamado que hagan las autoridades puede reemplazar la parte más importante de la lucha contra el SARS-CoV-2 desde que lo conocimos: el autocuidado.

Es cierto que, en los últimos meses, el azote del ha descendido, sobre todo, gracias a una efectiva campaña de vacunación que ha logrado que en muy poco tiempo –considerando los problemas iniciales que tuvimos para cerrar el primer contrato con una farmacéutica– de peruanos cuenten con las dos dosis de la vacuna (en tanto que más de 18 millones y medio han recibido al menos una dosis). Sin embargo, no podemos bajar la guardia todavía. Recordatorios esta semana del otro lado del mundo, con China de personas por un rebrote y Rusia restricciones sanitarias en medio de picos de fallecimientos diarios por COVID-19, deben servir como una advertencia de que la pandemia no es cosa de los archivos.

En nuestro país, si bien las hospitalizaciones por el coronavirus se encuentran en niveles mínimos respecto de inicios del año (cuando ingresamos en la segunda ola), la tendencia de los últimos meses , con un estancamiento en la reducción de este indicador. Y aunque el viceministro de Salud Pública, Gustavo Rosell, ha reconocido hace pocos días que la situación es “controlable”, también porque “algunas personas han venido relajando las medidas”. “Se ven fiestas, reuniones, aglomeraciones que, realmente, no van a contribuir para poder contener esta tercera ola”, añadió.

Increíblemente, esta semana se registró una fiesta en la propia sede del Gobierno. Tal y como reportaron y , el último miércoles se celebró en Palacio de Gobierno el cumpleaños infantil de la hija del presidente . Esto, dos días después de que el Mininter emitiera el comunicado citado líneas atrás en el que recordaba que este tipo de eventos están proscritos. Si las autoridades no cumplen las medidas que ellas mismas han dispuesto, ¿cómo podrían exigírselas al resto de ciudadanos?

La buena salud de los indicadores del COVID-19 en nuestro país no debe llevarnos a olvidar que el cuidado de cada uno de nosotros debe ser una tarea sin pausas. Tomémoslo en cuenta para que, en unos meses, no veamos este fin de semana largo como el momento en el que se gatilló un rebrote que nos hizo retroceder en algunos pasos que tanto nos costó ganar.

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