Hace pocos días se inició la tercera gestión de Luis Castañeda Lossio al frente de nuestra capital. Aunque aún es muy temprano para emitir un juicio de valor certero, existirían indicios de que, al menos en lo que toca al transporte urbano, comienza con el pie izquierdo. Eso se desprende de las declaraciones que hizo durante su discurso inaugural, en que anunció la implementación de un nuevo corredor segregado de alta capacidad del Metropolitano, el cual iría por toda la Vía de Evitamiento. Y es que de prosperar dicha medida, no solo se tendrían que dejar de lado los planes de que el corredor azul transite desde la Panamericana Norte hasta la Panamericana Sur, sino que, además, un tramo del nuevo corredor se superpondría con la línea 3 del metro de Lima.
Lo anterior ya es un indicador de que –al igual que bajo gestiones anteriores– no parece que en el futuro próximo el tema del transporte urbano tenga la visión la integral que requiere para ser solucionado. Visión integral que hoy falta y es reemplazada por la existencia de demasiados actores que pueden opinar y disponer sobre la problemática del tránsito en nuestra ciudad, lo que causa más de un problema.
En efecto, encontramos que sobre la capital tienen jurisdicción –muchas veces sobrepuesta y contradictoria– los ministerios de Transportes y Comunicaciones, de Vivienda y del Interior; la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML); la Municipalidad Provincial del Callao y las múltiples municipalidades distritales; el Ositrán; la Sutrán y un largo etcétera.
¿Entonces, cuál es la reforma qué tanto necesitamos? Como hemos señalado varias veces en este espacio, es sumamente importante que exista la voluntad política (y ahora el propio Castañeda debería ser el principal interesado en promoverla) de crear una autoridad única del transporte (AUT). La función de esta AUT sería realizar un adecuado planeamiento vial para evitar contraposiciones o descartes de proyectos con el ingreso de cada nueva administración y consolidar e integrar los diversos proyectos viales de nuestra ciudad para dotarlos de eficiencia. Este tipo de autoridad no es novedad. Ya desde hace muchos años, ciudades tan importantes como Londres, Madrid, París, Santiago o Bogotá la poseen.
Existen diversos ejemplos en la historia reciente de nuestra ciudad que evidencian la necesidad de contar con una AUT. El caso más emblemático quizá es el del metro de Lima. Por falta de coordinación entre el Gobierno Central y la MML, los proyectos del Metropolitano II y de la línea 2 del metro de Lima se superponían en un 95%. Aunque finalmente se decidió dejar de lado el proyecto de la nueva línea del Metropolitano, si los proyectos hubiesen sido coordinados adecuadamente desde un inicio, no se hubiesen perdido años y cuantiosos recursos invertidos en el planeamiento de un megaproyecto que terminó en el olvido.
Recordemos, por otro lado, cómo hace algunos meses se inició una gran controversia respecto a la implementación del corredor azul. Para crearlo, tuvieron que reestructurarse 14 rutas pertenecientes al Callao (que otorga permisos para circular en rutas de transporte público que llegan hasta los últimos rincones de Lima). En ese momento, la MML sostuvo que los permisos dados por el Callao para circular dentro de Lima eran ilegales, debido a que solo estaban autorizados para transitar por distritos chalacos. El Callao, sin embargo, se reafirmó en ellos y empoderó así una huelga de transportistas del Callao, que tantas dificultades trajo a la implementación del corredor.
Otro ejemplo fue el de la muy cuestionada Orión y otras empresas como ella. Luego de varias muertes por atropellos, se determinó que muchos choferes y buses de Orión circulaban con hasta 100 papeletas y además con otras infracciones graves impagas. Cuando se intentó determinar qué autoridad era la responsable de esta situación, todo desembocó en una gran lavada de manos en la que se pasaban la culpa la MML y el MTC, además de la policía.
Lima necesita, en fin, una reforma que pase por reestructurar a las propias autoridades de transporte. Para esto, se necesita, sobre todo, una visión a largo plazo. Visión que, esperemos, el alcalde pueda compartir.