El destape de la distribución de alimentos en mal estado a través del programa Qali Warma, así como el de la corrupción asociada a su encubrimiento, fueron sumamente graves y tendrían que haber ocasionado la renuncia inmediata de los responsables administrativos y políticos del desaguisado. Aunque de manera tardía, lo primero ocurrió la semana pasada. Lo segundo, en cambio, no parece que vaya a producirse.
El director ejecutivo de Qali Warma, Pedro Ripalda, dio en efecto un paso al costado el jueves de la semana pasada, en una carta dirigida a Julio Demartini, titular del sector del que el programa depende: el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis). El ministro mismo, sin embargo, a pesar de haber reconocido declarativamente la responsabilidad que le toca, no ha hecho ni siquiera el gesto de poner su cargo a disposición. Como se sabe, es el único miembro sobreviviente del Gabinete que acompañó a Dina Boluarte al jurar como presidenta, y fue su viceministro cuando ella ocupaba la cartera que él ahora encabeza, lo que daría la impresión de haberle granjeado una consideración indulgente de su parte.
No menos indulgente con Demartini, no obstante, ha sido la mayoría de la representación nacional, pues cuando la semana pasada se puso al voto en el pleno una moción de censura en su contra, apenas 36 legisladores la respaldaron. El resto no juzgó las intoxicaciones y demás problemas causados por su administración a los niños en edad escolar de todo el país razón suficiente para licenciarlo. Una curiosa condescendencia si se toma en cuenta que ese mismo día se censuró con 80 votos al ministro de Energía y Minas, Rómulo Mucho, por incapacidad en el manejo de determinados aspectos de su portafolio… Demartini ha sido citado para una interpelación parlamentaria, pero todo indica que saldrá bien librado de ella y que el trance no supondrá riesgo alguno para su continuidad.
Para dar la sensación de que se están tomando medidas para que un problema como el recientemente salido a la luz no se repita, el ministro ha anunciado que, a partir del próximo año, el actual programa de alimentación será reemplazado por otro llamado Wasi Mikuna (Comida Casera), en el que se reforzará el rol de padres y madres de familia a través de las Apafas. Pero nada sugiere que estemos frente a otra cosa que un mero cambio de nombre. Es decir, un vano ejercicio de maquillaje para camuflar la inoperancia de ciertos funcionarios.