“Gana dinero desde tu casa”, “gana desde S/50 diarios”, “trabaje desde la comodidad de su hogar y gane S/60 diarios”. En los últimos meses, este tipo de mensajes han comenzado a inundar las redes sociales y los canales de WhatsApp. Si alguien cree que ha encontrado aquí la oportunidad de generarse un ingreso extra en una coyuntura económicamente difícil en nuestro país, pues se equivoca, y puede terminar siendo, sin saberlo, uno de los eslabones de una cadena criminal. En un perfecto caso de personas que al mismo tiempo se convierten en víctimas y cómplices de los delincuentes.
En un informe elaborado por nuestra colega Abby Ardiles y publicado en nuestra edición de hoy, este Diario da cuenta de cómo operan las mafias que buscan ávidamente usuarios de billeteras digitales (como Yape o Plin) o que tengan cuentas bancarias activas prometiéndoles ganancias rápidas y fáciles. En realidad, aunque no lo parezca a primera vista, se trata de una modalidad de estafa, pues las cuentas de las personas que acceden a entregar este tipo de información a los delincuentes terminan siendo utilizadas por estos últimos para mover grandes sumas de dinero provenientes de crímenes como sicariato, extorsión, fraude y otros tipos de estafa, a cambio de una comisión. Con esto, los usuarios no solo ayudan a las organizaciones criminales a complejizar la ruta del dinero sucio a fin de que las autoridades no lleguen nunca a identificarlos, sino que se exponen a ser ellos mismos los objetivos de las pesquisas de la policía.
Según explicó el jefe de la División de Estafas y Otras Defraudaciones de la Dirincri, José Manuel Cruz Chamba, gracias a las denuncias de cientos de ciudadanos han podido registrar que en el 2023 los delincuentes movieron S/50 millones bajo esta modalidad. Sin embargo, la cifra real podría ser hasta 10 veces mayor porque todavía no se ha sumado la información de las comisarías ni de las Depincris (departamentos de investigación criminal) de todo el país. Y en lo que va del 2024, la división a cargo del coronel Cruz Chamba ya ha detectado 720 casos y ha conseguido capturar y lograr la prisión preventiva de varias personas que se dedicaban a reclutar incautos para este delito.
Por supuesto, quienes captan a los futuros cómplices del crimen no les dicen que sus cuentas serán usadas para limpiar dinero maculado. Se les habla, en cambio, de supuestos negocios digitales o inversiones mágicas que reportan ganancias demasiado generosas para ser verdad.
No es esta, por lo demás, la primera modalidad de estafa sobre la que este Diario ha advertido en los últimos años (un delito que parece haber encontrado tierra abonada para crecer rápidamente en la cuarentena propiciada por el COVID-19). Otras igual de frecuentes son las del váucher falso, la venta de vehículos por Internet, el cuento de la maleta, la operación quirúrgica de algún familiar, la venta de criptomonedas, el engaño sobre la inversión con tasas inverosímiles o el cuento de las pepitas de oro. Estafas que, además, se han venido aprovechando de la disposición de efectivo que dejan las decisiones del Congreso, como las de habilitar el uso del dinero de la CTS o de las cuentas de AFP.
Aunque no todas lo son, un gran porcentaje de las estafas que pululan en nuestro país son digitales. Por eso mismo, se trata de un delito que no se puede combatir con las medidas favoritas de este Gobierno (los estados de emergencia) y requieren más bien un trabajo policial menos visible, pero no por ello menos eficaz.
Ya que en Palacio de Gobierno parecen esmerarse en tratar de romper el récord de ministros del Interior que tuvo Pedro Castillo, le corresponde al ciudadano tomar todos los recaudos necesarios. Cualquier anuncio de negocio que promete dinero fácil como por arte de magia debería merecer alguna dosis de suspicacia de nuestra parte. De lo contrario, podemos terminar siendo no solo víctimas de los criminales, que usarán nuestras cuentas gustosamente, sino también sus cómplices.