La política está llena de sorpresas. Desde el matrimonio arreglado entre los otrora contrincantes Alan García y Lourdes Flores hasta los jales de César Acuña a figuras de diverso origen –a los que atrae con el oficio de un curtido dirigente deportivo– los últimos días del año están cargados de noticias. Sin embargo, las historias más atractivas se podrán escribir recién en el 2016 a la luz de los resultados electorales.
Si gana Keiko Fujimori, sería la primera vez que una mujer llega a la presidencia del Perú. Aunque de distinto signo político, las presidentas de Brasil, Dilma Rousseff, y de Chile, Michelle Bachelet, estarían esperándola, si es que una de ellas no es destituida antes por el Congreso de su país. La hija de Alberto Fujimori, que también fue su primera dama, asumiría el poder poco antes del posible triunfo de otra ex primera dama, Hillary Clinton. Sería también la primera vez que la hija de un ex gobernante llega a Palacio, desde que Manuel Prado Ugarteche, hijo de Mariano Ignacio Prado, fue elegido presidente. En ambos casos, con un componente de reivindicación del apellido de la familia.
Si gana Pedro Pablo Kuczynski, sería la primera vez que una persona de más de 75 años es elegida presidente del Perú. Cuando Fernando Belaunde fue elegido la segunda vez tenía 67. PPK podría argüir que los setenta son ahora los nuevos sesenta y si no, que le pregunten al papa Francisco, que ya cumplió 79 con la vitalidad de siempre o a Mario Vargas Llosa que está por volver a casarse cuando cumpla 80. Si gana PPK, sería también la primera vez que un ex primer ministro y ex ministro de Economía llegaría a Palacio desde que Augusto B. Leguía fue ministro de Hacienda de dos gobiernos y premier entre 1903 y 1907, para luego ser elegido presidente por primera vez en 1908.
Si gana César Acuña, sería la primera vez que un político residente fuera de Lima gana una elección nacional desde que el arequipeño José Luis Bustamante y Rivero, que vivía en Bolivia donde era embajador, vino a Lima convocado por Víctor Raúl Haya de la Torre y el mariscal Óscar Benavides para ser elegido presidente en 1945. Acuña tiene un departamento en San Isidro pero nació en Cajamarca e hizo su carrera política en La Libertad. Sería también la primera vez que un ex gobernador y ex alcalde llega a la presidencia, desde que Guillermo Billinghurst fue elegido alcalde en 1909 y luego presidente en 1912. Sería también el primer millonario en llegar al poder desde Manuel Prado –elegido en 1939 y nuevamente en 1956– y podría tener ocasión de felicitar a otro millonario metido en política, si gana Donald Trump las elecciones norteamericanas.
Si gana Alan García, sería la primera vez que un peruano es elegido democráticamente en tres oportunidades. Es verdad que Leguía asumió el poder cuatro veces y Alberto Fujimori tres, pero en ambos casos mediante reelecciones muy discutidas y en procesos electorales sin garantías democráticas plenas. Además, para los socialcristianos –hoy PPC– sería la segunda vez que llegan al gobierno. En 1963 –cuando integraban la democracia cristiana– llegaron al poder en alianza con Acción Popular, llevando a Mario Polar como vicepresidente; y luego la misma alianza obtuvo la Alcaldía de Lima con el eterno Luis Bedoya Reyes. Si García vuelve al poder, se reencontrará con sus viejos colegas Evo Morales y Rafael Correa, que gobiernan Bolivia y Ecuador desde el 2006 y el 2007, respectivamente, y quienes le han agarrado gusto a la antidemocrática reelección indefinida.
Si gana algún otro candidato, sería la primera vez desde 1990 –hace 25 años– que fuese elegido alguien que no estaba entre los cuatro primeros lugares tres meses antes de la votación. Entonces, Alberto Fujimori salió del rubro “otros” en las encuestas para superar primero a los candidatos de izquierda Alfonso Barrantes y Henry Pease y luego al candidato aprista Luis Alva Castro para quedar segundo frente a Mario Vargas Llosa y derrotarlo en la segunda vuelta.
Solo una de las cinco posibles sorpresas reseñadas se cumplirá y será celebrada solo por quienes votaron por ella o él, pero hay un resultado que sí debería alegrarnos a todos y es que el 2016 será la cuarta vez, desde que Valentín Paniagua concluyó su gobierno transitorio, que el presidente saliente no pretende quedarse en el poder y que el país elige democráticamente a su sucesor. No debería causar extrañeza, pero en un país de historia tan azarosa como el Perú, sí sería una sorpresa y muy grata.