Hugo Chávez y su heredero Nicolás Maduro suman ya 26 años en el poder en Venezuela. En ese tiempo han destrozado un país que en su momento llegó a ser el más rico de Sudamérica, por ser uno de los grandes productores de petróleo del mundo.
Si en 1997 producía 3,2 millones de barriles diarios, ahora son menos de 800.000. El PBI per cápita ha pasado de US$10.568 en el 2015 a US$3.659 en el 2023. El 90% de la población vive bajo la línea de pobreza.
Esta catástrofe, sumada a la brutalidad de una dictadura que controla todos los poderes del Estado y que comete regularmente graves violaciones de los derechos humanos, ha sido la causa de que se haya desatado el proceso migratorio más grande en la historia de América Latina, llevando a millones de venezolanos a abandonar su país, con consecuencias dramáticas para ellos y con gran impacto social en los países de la región.
Nicolás Maduro, agobiado por una economía en crisis, tuvo que aceptar en el Pacto de Barbados dar garantías de una elección libre para este 28 de julio. Ello, a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales. Sin embargo, no bien consiguió sus objetivos, volvió a sacar las garras.
La lista de las acciones fraudulentas del dictador es larguísima y podría llenar la columna entera. Mencionemos solo dos que dan cuenta del monumental fraude en marcha. Por un lado, con múltiples restricciones burocráticas han logrado que 69.211 migrantes hayan podido registrarse para votar. O sea, solo el 0,89% de los 7′774.494 migrantes registrados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) lo ha conseguido.
Por otro lado, a la candidata unitaria de la oposición, María Corina Machado, quien arrasaba en las preferencias, se la sacó de carrera vía triquiñuelas del Consejo Nacional Electoral (CNE), que él controla.
Pero el dictador no contó con que ella ayudaría a gestar una nueva candidatura de toda la oposición en la persona de Edmundo González Urrutia. Pese a sufrir múltiples agresiones, Machado siguió en campaña en todo el país llamando al voto para González, una persona muy poco conocida, lo que permitió que pasara por debajo del radar de Maduro y no se impidiera su inscripción.
A menos de dos semanas de las elecciones, las encuestas indican que González derrotará a Maduro por una significativa diferencia, en algunas incluso más que duplica la votación del dictador.
Nicolás Maduro ha hecho explícito en diversas ocasiones que él no va a entregar el poder. “Vamos a ganar por las buenas o por las malas”, ha repetido. Hace dos días anunció un “baño de sangre” y una “guerra civil fratricida” si sus partidarios no logran asegurar su victoria.
Y vaya que el dictador tiene experiencia en la materia. En las elecciones del 2018, ahogaron en sangre las protestas contra el fraude. Según el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, los paramilitares asesinaron a 7.000 personas. No es coincidencia que ese año la huida de venezolanos al exterior se disparase geométricamente.
Hay quienes dicen que dada la diferencia tan grande a favor de la oposición es imposible que no reconozca su derrota. Hay quienes tememos que una dictadura tan corrupta y que ha involucrado a las Fuerzas Armadas activamente no pueda darse el lujo de entregar el poder.
Hay, pues, un enorme riesgo de que se repita la tragedia del 2018 y multiplicada.
Coda: Perú Libre, cuyo líder (Vladimir Cerrón) es el prófugo “más buscado” por la justicia además de un admirador y hasta adulador de Maduro y su horrenda dictadura, comparte con Fuerza Popular y Alianza para el Progreso la Mesa Directiva del Congreso y votan juntos en casi todo.