Este 18 de enero la capital del Perú cumplirá 489 años de fundación española. Cuando en 1535 los ibéricos llegaron al valle del Rímac, se encontraron con un paisaje verde y productivo, articulado mediante caminos que conectaban los diferentes templos y aldeas, e irrigado por una compleja red de acequias y canales que transformaron el desierto. Ya en la República, importantes episodios como la demolición de las murallas virreinales, la “reconstrucción nacional” después de la fatídica guerra con Chile, las obras del Centenario de la Independencia y de los 400 años de fundación de la capital, la construcción de la Vía Expresa Paseo de la República (hoy Luis Bedoya Reyes) y de la Costa Verde, y la creación de los parques zonales, tuvieron como objetivo orientar el crecimiento de la ciudad a partir de una visión de modernidad y mejor desarrollo hacia el futuro, buscando dejar un legado urbanístico en nuestra historia.
Los últimos 50 años han estado marcados por la explosión de la informalidad en la ocupación del suelo, la construcción y el transporte de pasajeros. Sistemáticamente, se han priorizado obras viales y pasos a desnivel aislados que solo favorecen a los autos particulares, y se ha mantenido un sistema de transporte público precario, peligroso y obsoleto. El exalcalde Luis Castañeda atendió la urgencia de mejorar el acceso a las laderas con la construcción de escaleras, pero esta solución temporal se convirtió en una política populista que a la fecha ha consolidado la precariedad y estimulado la ocupación ilegal de zonas de alto riesgo. El Metropolitano (BRT), que fue propuesto por Alberto Andrade y ejecutado por Castañeda, ha quedado como una única línea, desperdiciando su enorme potencial para atender la demanda de transporte público masivo. El BRT es un sistema efectivo, económico, flexible y de rápida construcción, siendo que en el tiempo y costo que está demandando la línea 2 del metro, la red total ya estaría implementada. Por su parte, las líneas 1 y 2 del metro de Lima son sistemas distintos que no se conectan.
La escena que mejor representa la absoluta desorientación de la ciudad es la situación del nuevo terminal del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, que no estará vinculado con la estación “Aeropuerto” de la futura línea 4 del Metro, y al que actualmente no se puede acceder desde la ciudad porque no se han implementado la avenida Santa Rosa ni los puentes sobre el río Rímac.
Pero estas décadas también nos han dejado importantes muestras de que, cuando trabajamos con visión integral, proyección al futuro y búsqueda de legado, podemos concretar grandes proyectos, como la recuperación del Centro Histórico de Lima y la celebración de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Lima 2019. Un hito relevante es la publicación del Plan de Desarrollo Metropolitano al 2040 (PlanMet 2040), una importante herramienta que, luego de 33 años, vuelve a proyectar el desarrollo integral de la metrópoli. Para ello, propone una nueva clasificación del suelo en base a la gestión de riesgos y el cambio climático, proyecta la transformación de zonas con usos obsoletos para la generación de nuevos equipamientos y vivienda social, y promueve un conjunto de proyectos que han sido priorizados.
Llama la atención que, en los anuncios del alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, para este año no se haya hecho referencia al PlanMet 2040, y que los 60 puentes que se proponen construir no estén dentro del listado de las obras prioritarias. Asimismo, que no se mencione a la ATU, que es responsable del transporte público en la metrópoli, ni al Plan Nacional de Infraestructura elaborado por el MEF, que ya prioriza grandes proyectos.
Estamos empezando el segundo año de nuestros alcaldes y sería importante recordarles que las ciudades necesitan de una visión integral y concertada que enmarque las diversas actuaciones, y de un gran esfuerzo de gestión y diálogo para promover las obras necesarias que proyecten sus futuros hacia un mejor y mayor desarrollo. Enmarquemos nuestro interés por construir y dejar un legado en los instrumentos de planificación vigentes para, de esa manera, acercarnos a ser verdaderas “potencias mundiales” del urbanismo.