"Del tío Negro aprendí a leer de todo, pero sobre todo a los grandes dramaturgos de la historia, tenía una biblioteca increíble que yo devoraba con y sin su permiso". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Del tío Negro aprendí a leer de todo, pero sobre todo a los grandes dramaturgos de la historia, tenía una biblioteca increíble que yo devoraba con y sin su permiso". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Patricia del Río

Así le decían. Y para una niña de ocho años que crecía en una familia donde la claridad de la piel parecía una obsesión, que a mí me dijeran “Negrita” y a él, “el Negro”, me hizo sentir siempre un poco más valorada. Me ayudó a aceptar que no ser rubia no estaba tan mal. Ricardo Blume Traverso vivía en México, era uno de los actores más famosos de ese inmenso país y salía en todas las novelas: un día era el papá de Cristina en “Mundo de Juguete”, otro le estaba dando un beso apasionado a Lucía Méndez en “Viviana”. Yo llevaba una foto suya autografiada en la mochila para pavonerame en el colegio y tratar de hacer más amigas.

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