La polisemia, por Beto Ortiz
La polisemia, por Beto Ortiz
Redacción EC

Estamos escandalizados por esa increíble resolución del Jurado Electoral Especial del Santa que acaba de censurar la publicidad de un novísimo candidato a la alcaldía de Chimbote que responde al polisémico nombre de Esteban Cacha. Suerte la suya. El hombre no necesitó contratar creativos. Para hacerse famoso en todo el país le bastó con apellidarse así. Pero su criollo slogan –Esteban Cacha con el pueblo– hirió susceptibilidades entre los timoratos funcionarios que lo han vetado sosteniendo que “es evidente que han tenido la intención de aprovechar la polisemia del apellido paterno del candidato, específicamente la acepción que se le brinda en nuestro país, referido al acto sexual”. ¿La poli…qué? La polisemia, dícese de la pluralidad de significados de una palabra. Cacha significa, en efecto, varias cosas: con cacha te puede hablar algún burlón y algún abusivo, golpearte con la cacha de una pistola. Y en el Perú significa, sobre todo, aquello en lo que tú y yo hemos estado pensando. Tampoco vengamos a hacernos ahora los del calzón con bobos. Si el show que hacían juntos y en La Estación de Barranco se llamaba “Cacho con Ricky”, ¿será tan malo Cacha con el pueblo? Cuidado. Con la polisemia no se juega. Con ella habría que exclamar, como aquella abuela italiana de la película “Il postino”: ¡La metáfora!, ¡cuidado con la metáfora!

Ayer, en la radio, nosotros conversamos con el buen Cacha –¿Aló, buenos días, el señor Cacha?– y con toda razón, el pobre hombre, se quejaba: ¡Se me han prendido por mi apellido! ¡No le he robado a nadie! ¿Qué culpa tengo yo de apellidarme así! Mmm. Tampoco se haga el inocente, Cacha. Basta con mirarle la sonrisita lúbrica con la que posa en la foto de sus letreros para saber que el primer interesado en hacer travesuras con su apellido ha sido usted. ¿Se acuerdan ustedes de aquel joven y marlonbrandeado Felipe Osterling que, en los 80, candidateando al senado, alborotaba las hormonas de sus electoras al bronco y viril rugido de: Mujer peruana: ¡dame tu voooto!? ¿Y del huevo qué me cuentan? ¿Y qué me dicen de la rata? Mientras toma clases relámpago de baile para poder ejecutar con suficiente swing el ras tas tas en su muy franciscano spot, el candidato a Lima por Vamos, Perú Fernán Altuve no tiene ningún problema en prometernos . Así dice la letra de su pegajosa cancioncita de campaña. Nos promete, en realidad, un par de huevos. Y mientras tanto, el feroz Daniel Abugattás bautiza como ratas a los siete indignados disidentes de la menguante bancada de Gana Perú. “¡Es tradicional e histórico que en el cuarto año de gobierno las ratas abandonen el barco!” –ha bramado. ¿Qué cosa? El vocero de la neonata Dignidad y Democracia, Juan Pari ha dicho, ofendidísimo, que asistirán a la reunión con la premier Annie solamente si Dany se disculpa con ellos públicamente pues “el país está cansado de adjetivos.” Cuidado con la rata, amigo Pari. Rata es el sustantivo.