Diana Seminario

Los peruanos somos más pobres. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la monetaria subió en el 2023 y alcanzó al 29% de peruanos, una cifra que equivale a 9′780.000 personas. Respecto del 2022 en el , la población pobre se incrementó en casi medio millón de personas.

Leyendo estas cifras es inevitable hacer un recorrido por todo lo que hemos pasado como país en los últimos ocho años: desde la inestabilidad política y social, la desbordada corrupción en la administración pública, la inseguridad no solo ciudadana sino también expresada en los ataques terroristas a la empresa privada, hasta una pandemia. Todo ello desemboca en la terrible situación que estamos viviendo sin que haya solución para este panorama tantas veces anunciado.

Hubo muchos que vieron que la tragedia era inevitable. El más lúcido fue el fallecido economista , quien en una de sus últimas columnas publicadas en este Diario presagió el desastre.

“La economía peruana, con las decisiones que vienen tomando el Ejecutivo y el Congreso, ha sido conducida a una sala de cuidados intensivos donde no existe la más mínima idea de cómo salvar al paciente”, escribió Abusada hace casi cuatro años.

Él no creía en la teoría de que la política no afecta a la economía. Eso quizás pudo haber ocurrido hace unos 15 años, cuando las borrascas políticas no ocultaban la estrella económica que era el Perú. Las crisis de ahora son de una vergonzosa envergadura.

El 18 de setiembre del 2020, en su artículo , Abusada Salah presagiaba: “Desafortunadamente, en su peor momento el Perú está en manos de gente incapaz de afrontar lo que puede traducirse en la pérdida de una década entera de progreso y en la destrucción de la única fortaleza remanente del país: su envidiable situación financiera. En pocos meses, una enorme proporción de la clase media que se forjó durante los últimos 30 años pasará a formar parte de la población en estado de pobreza. La economía se encogerá al 85% de lo que fue en diciembre del 2019 y literalmente millones de peruanos serán arrojados al desempleo”.

Hizo un llamado final: “Un movimiento de salvación nacional debe generarse, apoyado por la opinión pública y liderado por los pocos políticos responsables que puedan quedar en el país, los medios de comunicación, y los líderes de la sociedad civil y empresarial. El Perú tiene en la actualidad, por lo menos, tres o cuatro megaproyectos mineros prestos a iniciarse, dos grandes irrigaciones y decenas de obras de infraestructura paralizadas o de lenta marcha que podrían levantar fácilmente al país. Solo un fuerte impulso en la inversión privada y pública puede evitar una década perdida y la frustración de los planes de vida de toda una generación”.

Nada que agregar.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Diana Seminario es Periodista

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