El momento más importante del foro APEC fue la ceremonia del jueves 14 en la que Xi Jinping inauguró virtualmente (la seguridad no es parte de nuestra ‘buena imagen’) el importantísimo puerto de Chancay.
Uno puede suponer que, al hacerlo, el líder de la República Popular China reflexionaba sobre los siguientes pasos para consolidar su estratégica presencia en América Latina. A la vez que otras cosas y bastante más pedestres rondaban la cabeza de Dina Boluarte. Ese día ella tenía que saber la decisión de su hermano de fugarse si la decisión judicial sobre el pedido de prisión preventiva de la fiscalía le era desfavorable.
“Nicanor Boluarte ejerce su derecho a no someterse a una decisión judicial arbitraria”, dice el abogado que comparte con su hermana Dina. El letrado asume como legal que cualquier imputado al que no le guste la decisión de un juez pueda fugarse.
De su lado, Gustavo Adrianzén, que cuando supo del 3% de aprobación de la presidenta, dijo retador: “Esperen las que vienen después del APEC”. En ese instante no era descabellado pensar que podía haber un hipo importante. Para los más entusiastas, uno que pudiese hasta triplicar su aprobación y rondar el 10%.
Pero la posibilidad de un relanzamiento gubernamental después del APEC, vía un cambio creíble de ministros cuestionados, no se cayó, se desplomó. Con Nicanor Boluarte fugado, no creo que nadie con prestigio y peso propio esté dispuesto a cualquier indignidad por un cargo.
Tiene que mantener en la PCM a Gustavo Adrianzén, que le es funcional a lo que necesita. Alguien que, cuando un poderoso se rebela contra las decisiones de la justicia, se queja de que el problema es que hay un “bajísimo estándar de libertad”.
Pero, de seguir en su empeño de “refrescar” al Gabinete, puede que busque en casa; después de todo, más de uno le susurra que lo mejor sería alguien cuya lealtad haya sido ya testeada.
A la vez, le será muy difícil conseguir (en este caso ni siquiera lo está buscando) un ministro del Interior tan servicial como el actual. Alguien que esté dispuesto a proteger los secretos de la presidenta y que sea capaz de cumplir sus órdenes bastante más allá del deber. Uno que, además, tiene la simpatía de muchos miembros del Congreso, aquellos que cuando les hablan de valores piensan en la bolsa y no en la ética.
Tampoco querrá cambiar al ministro de Desarrollo e Inclusión Social, uno de los más cercanos a ella, ya que la acompañó desde que fue ministra del sector.
Lo protegerá pese a que Julio Demartini tiene evidente responsabilidad política en el escándalo de los alimentos insalubres y/o no aptos para el consumo humano entregados a Qali Warma en los últimos años para la alimentación de los niños de las escuelas más pobres.
Por la revelación de “Punto final”, han tenido que despedir a 22 funcionarios y, en muchos casos, denunciarlos penalmente por corrupción.
No se puede omitir que Frigoinca, la de las conservas Don Simón, que ya venía con acusaciones sobre lo inadecuado de sus productos, logró expandirse en Qali Warma cuando la actual presidenta era la ministra del sector.
Puede sonar duro decirlo, pero, a estas alturas, dado lo ocurrido con su promotor político Vladimir y, ahora, con su hermano Nicanor, no parece probable que la señora presidenta asista a la ceremonia de transmisión del mando de quien la suceda. Alguien cercano a ella podría decirnos: “No sé dónde está, desde ayer no está conectada”.
El APEC ha servido para recordarnos las enormes potencialidades que tiene el Perú para desarrollarse y ofrecerles a sus habitantes una vida digna y progresivamente próspera. Pero también es un severo llamado de atención sobre la urgencia de ser bien gobernados para lograrlo.