Algunos historiadores sostienen que el siglo anterior continúa en el siglo vigente hasta que esa prolongación se va diluyendo poco a poco y finalmente queda lo que es propio del actual.
Esto está pasando en el mundo. Empezamos a despedirnos del siglo XX, aunque todavía nos quedan algunas cosas. El fútbol no es ajeno a esta transformación. En el siglo XX ningún equipo europeo campeonó en América, y eso nos daba un orgullo continental. La historia terminó con el reciente triunfo de Alemania, que dio una lección de su famoso fútbol práctico y estratégico, al que le sumó elegancia, una elegancia, que nos pertenecía.
¿Cómo lo hicieron? Estudiándonos, pero también debido a la migración turca, africana y latinoamericana. El juego bonito se trasladó al otro lado del Atlántico. Los alemanes supieron mantener su cantera incorporando a los hijos de inmigrantes. Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania quedó destrozada y, a nueve años de iniciado el milagro alemán con su Estado de bienestar y su planificación, un equipo teutón levantaba la copa en Suiza. Los germanos encabezados por el gran Fritz Walter derrotaron al extraordinario equipo húngaro de Ferenc Puskás, considerado por algunos como el mejor de la historia.
América Latina no fue la cuna del fútbol, pero produjo un estilo propio. Fue la cantera de la que se nutrió Europa, nos ha dado fantásticos jugadores cuya larga lista pasa por Pelé, Garrincha, Di Stefano y Maradona. No por gusto los dos mejores jugadores que se pasearon por las canchas españolas son el finado Di Stefano y Messi, ambos argentinos, sin olvidar que Maradona era pieza clave en Barcelona, que Sotil hizo estragos con esa delantera azulgrana compartiendo belleza futbolística con el gran Johan Cruyff.
Este equipo de Sabella fue la pura garra, pundonor y estrategia, su nuevo Simeone se llama Mascherano, pero antes hubo otros iguales, Pipo Rossi, Pachamé, Rattin. Coraje y calidad con un buen estratega fue la respuesta de esta Argentina del siglo XXI, que no ganó porque el asunto se resolvía al toque y con un solo gol, y eso lo hicieron los alemanes.
Veo y disfruto del fútbol mundial desde 1958. En esa época las películas de los partidos llegaban con un día de atraso, las pasaban por la televisión en blanco y negro. Siempre hubo buenos arqueros. El tigre Yashin, Gordon Banks, Seep Maier, el uruguayo Mazurkievich, Carrizo, Fillol, Goicochea. Los argentinos tuvieron fantásticos porteros. De la guardia vieja sobresalieron Bottazzo, Paternoster y Rogelio Domínguez. En aquella época destacó José Soriano, ese chiclayano de los Diablos Rojos de Chiclín trujillano, cuando lo vieron al toque se lo llevaron al River Plate. Pero nunca había visto una legión de tan buenos arqueros como en este Mundial brasileño. Que el Guante de Oro se lo dieron a Neuer es lo justo, que el premio al mejor jugador fuera para Messi es lo injusto. Pero ahí están Romero, Bravo, Ospina, Navas, Ochoa e incluso el argelino y el nigeriano entre otros de calidad. Qué buenos equipos fueron Colombia, Chile y Costa Rica. Qué buenos entrenadores, directores técnicos, son Jorge Luis Pinto y Sampaoli y pensar que los dejamos ir, sobre todo a Sampaoli, que hasta lo despreciamos llamándolo ‘El Hombrecito’, cuando un ‘hombrecito’, por lo bajo que es, le dio el triunfo a Alemania, Mario Götze. Lo de Brasil, sí importa. Scolari se equivocó, pues fue traicionado por el espejismo de la Copa Confederaciones, pero Brasil tiene historia y volverá a brillar.
El Mundial también produjo otro fenómeno de este siglo. Las protestas de los indignados debido al derroche por las inversiones que se hicieron en estadios que serán elefantes blancos. Como dijo Mauro Silva, campeón con Brasil en el Mundial de 1994, en una entrevista para “El País” español el 5 de junio: “Con ocho sedes bastaba. Han tirado el dinero”. Tiene razón.
Y ¿nosotros qué? Después de ver lo que hemos visto, tenemos que hacer una revolución, un cambio de la A a la Z para volver a cantar “Perú campeón”, porque, aunque nunca campeonamos, nos queda el orgullo de haber hecho antes las cosas bien. Esperamos que vuelva a surgir lo que dijo la famosa revista francesa “L’Équipe”, en 1970: “El Perú juega un fútbol infernal”.