“Que el número de peruanos no atendidos, o atendidos en los corredores o en las afueras de los hospitales públicos, fuese a permanecer casi idéntico, no parecía ser óbice para que estuviésemos celebrando”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
“Que el número de peruanos no atendidos, o atendidos en los corredores o en las afueras de los hospitales públicos, fuese a permanecer casi idéntico, no parecía ser óbice para que estuviésemos celebrando”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza
Fernando Berckemeyer

Detrás de todas las propuestas y medidas de todos los tiempos y lugares para hacer que quienes tienen más recursos entreguen más de ellos –o todos ellos– al Estado, hay una de dos grandes fuerzas: las ganas de ayudar a quienes tienen menos y las ganas de fregar a quienes tienen más. Desde luego, pueden darse ambas juntas, pero normalmente prepondera una sobre la otra. Y una manera eficiente de conocer cuál es la que predomina es detenerse un momento en la propuesta o medida específica. Aun en los casos en los que la fuerza preponderante es inconsciente, suele ser fácil encontrar su huella digital en los planteamientos que produce.

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