Un camino hacia la formalización

Juan Manuel Benites

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Ley Forestal: un nuevo retroceso del Congreso

José Luis Capella

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“Un aspecto destacado de la norma es la diferenciación entre la agricultura consolidada y los nuevos proyectos”


La modificación de la representa un camino hacia la formalización de la actividad agraria en todo el país, en terrenos que ya carecen de cobertura forestal. Esta iniciativa no solo busca corregir vacíos legales, sino también brindar seguridad jurídica y oportunidades económicas a cientos de miles de agricultores que son la base de la seguridad alimentaria del país, fuente de puestos de trabajo y, además, base de importantes volúmenes de agroexportaciones.

Uno de los aspectos más destacados de la norma es la diferenciación entre la agricultura consolidada y los nuevos proyectos bajo la ley vigente. Esta distinción es esencial para evitar sanciones injustas a los agricultores que han trabajado estas tierras durante años, ofreciéndoles una vía hacia la formalización. Al reconocer la realidad de estos agricultores, la norma propuesta permite que continúen sus operaciones sin temor a la ilegalidad y puedan acceder a préstamos y atraer inversiones, utilizando sus títulos como garantía y generando un entorno propicio para la inversión en prácticas agronómicas adecuadas.

La propuesta se centra en áreas ya degradadas y sin cobertura boscosa, excluyendo explícitamente la aplicación sobre una expansión de la frontera agrícola. Habría aquí, pues, una salvaguarda de protección del bosque en pie. Por lo tanto, debería establecerse en el reglamento de la ley algunas precisiones al respecto e incluso definir la línea de base sobre la que se va a aplicar la ley; es decir, mapas con imágenes satelitales que establezcan el uso actual y no haya espacio para las filtraciones.

Asimismo, hay que dejar claro que esta norma no otorga derechos de propiedad, sino que establece una línea de corte para sincerar el uso del suelo sin cobertura boscosa en todo el país. No vulnera ningún derecho de propiedad de las comunidades indígenas, las que incluso hasta podrían beneficiarse dado que hoy las mismas barreras burocráticas que afectan el agro también complican la titulación de dichas comunidades. Siendo incluso cierto que existen en el país cerca de 1,3 millones de hectáreas deforestadas haciendo agricultura en posesión de las comunidades indígenas en todo el país.

Esta norma aprobada no solo brinda seguridad jurídica a los agricultores, sino que también contribuye al desarrollo económico y social del país. Con la ley vigente, se pierden todos los años 165.000 hectáreas y en el cálculo acumulado desde su promulgación son casi dos millones de hectáreas perdidas. Es decir, el Perú está incumpliendo sistemáticamente los acuerdos internacionales de cero deforestación hoy. Por ello, lo que se requiere es intentar un camino distinto que corrija los incentivos que llevan a esas prácticas ilegales y que están vinculadas principalmente a la pobreza y a la informalidad.

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