Aldo Facho Dede

Los son la esencia de la . Están conformados por una diversidad de espacios abiertos como calles, avenidas, plazas, , playas, entre otros. Gran parte de los derechos fundamentales que reconoce la Constitución Política del Perú están asociados a ellos, como el libre tránsito, la libertad de reunión pacífica, al disfrute del tiempo libre, y a gozar de un ambiente equilibrado y adecuado para el desarrollo de la vida. Es por ello que en el 2021 se aprobó la Ley de Gestión y Protección de los Espacios Públicos (Ley 31199), en la que se refuerza que su finalidad es para el disfrute colectivo, por lo que no se podrá prohibir el desarrollo de actividades de ocio o recreativas en ellos.

Ilustración: Giovanni Tazza
Ilustración: Giovanni Tazza

El valor de los espacios públicos se mide en salud y sostenibilidad. El urbanismo contemporáneo tiene como origen las epidemias del siglo XIX; por ello, hace énfasis en la adecuada iluminación y ventilación de las edificaciones, la amplitud y arborización de las vías, y la adecuada distribución de los parques. La pandemia del COVID-19 nos permitió destacar esos aspectos. Instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) han reforzado la importancia de los parques y los árboles en la salud pública y en la mitigación de los efectos del cambio climático. Una investigación del Servicio Forestal de Estados Unidos (2020) concluyó que, si se alcanzaba una cobertura arbórea del 30% en los espacios públicos de la ciudad de Filadelfia, podrían evitarse 403 muertes prematuras y generar un ahorro en salud de alrededor de US$4 mil millones. Por otra parte, una reciente publicación del diario “La Nación” (Argentina) demuestra cómo los árboles y la adecuada ventilación de las vías ayudan a reducir la temperatura del suelo hasta en un 50% en la ciudad de Buenos Aires.

Lamentablemente, las principales ciudades del Perú están a la zaga del continente con respecto a la superficie de espacios públicos, áreas verdes y cantidad de árboles por habitante. Ante esto, nuestros alcaldes, lejos de preocuparse por incrementarlos, se esfuerzan por recortarlos, restringir su uso y convertirlos en cemento.

Son de público conocimiento los reclamos de vecinos en distritos como Miraflores por la restricción al uso de los espacios públicos, una situación que, como ya hemos visto, es ilegal. Asimismo, se reciben a menudo denuncias sobre proyectos que, bajo el argumento de la modernización, plantean la tala de árboles. Un ejemplo es lo que viene sucediendo en la ciudad de Piura, en la que se pretenden sacrificar 21 algarrobos para construir un circuito de las aguas como el de Lima (según informó este Diario). Esto es sumamente preocupante en una ciudad en la que por estos días la sensación térmica bordea los 40° C y la radiación ultravioleta es extremadamente alta (Senamhi). Situaciones similares se ven en Trujillo y Chiclayo.

¿Podemos hacer algo para revertir esta situación? Sin duda que sí. En primer lugar, debemos conocer nuestros derechos y reclamar con firmeza que se respeten. En segundo lugar, tenemos que exigir a nuestros alcaldes que las obras que promueven estén enmarcadas en los planes urbanos y que cuenten con estudios técnicos y ambientales que las respalden. En tercer lugar, debemos proteger los árboles existentes y plantar nuevos en nuestros espacios públicos, empezando por las calles. Y, en cuarto lugar, debemos promover la creación de nuevos parques y espacios arbolados, así como la recuperación de aquellos que se hayan convertido en cemento.

En nuestras ciudades, contamos con importantes espacios naturales que podrían incrementar su aporte ecosistémico si los protegemos y convertimos en grandes parques zonales. Por ejemplo, el Plan de Desarrollo Metropolitano de Lima al 2040 propone la arborización y creación de parques lineales en las fajas marginales de los ríos Lurín, Rímac y Chillón, y la integración de la Costa Verde en un gran parque zonal, entre otros ambiciosos proyectos. Asimismo, el Ministerio del Ambiente viene promoviendo la forestación de 2 mil hectáreas de las laderas del distrito de Ancón mediante el proyecto “Franja verde” de la Ciudad Bicentenario.

Como vemos, convertir nuestras ciudades en espacios saludables y sostenibles no es un sueño inalcanzable; es una obligación y una decisión ciudadana y política. Empecemos ahora.

Aldo Facho Dede es arquitecto y urbanista. Cofundador de la Red Latinoamericana de Urbanistas

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