"La movida de Bellido también cohesiona a la izquierda bajo el liderazgo de Perú Libre".
"La movida de Bellido también cohesiona a la izquierda bajo el liderazgo de Perú Libre".
/ PRESIDENCIA PERU
José Carlos Requena

Al margen del desenlace que tome el debate suscitado en torno del contrato de explotación del gas de Camisea –y de la posición que se tenga sobre este–, es evidente que el voluntarismo del presidente del Consejo de Ministros ha forjado un nuevo momento político. Las diversas acusaciones y pasivos que el Gobierno arrastraba parecen hoy reemplazadas por discusiones que podrían marcar el inicio de una relación más tensa entre la política y la economía.

La estridencia de Bellido, difícil de ignorar, ya que contrasta con el silencio presidencial, presiona al mandatario a que tome una posición de manera más decidida. Ello, mientras Castillo no terminaba de dar cuenta de su primera gira internacional y un activo ministro de Economía procuraba dar señales que generaran confianza a los inversionistas. Como telón de fondo, la encuesta mensual del IEP marcaba una aprobación mayor para los encargados de Salud, Economía y Justicia (67%, 54% y 49%, respectivamente) que la correspondiente a Bellido (33%) (“La República”, 26/09/2021).

La movida de Bellido también cohesiona a la izquierda bajo el liderazgo de . Las disputas intestinas dan paso a un aparente consenso (endose del liderazgo congresal de Nuevo Perú), salpicado de declaraciones que solo dan matiz (el ministro de Salud y excongresista del Frente Amplio Hernando Cevallos diciendo que las declaraciones de Bellido son “inoportunas”). Por lo demás, como bien lo señalaba, el tema no genera real polémica al interior del régimen y de la coalición que lo sostiene (El Comercio, 29/09/2021). Bellido lo evidencia bajo su égida.

Al hacerlo, además, despeja eventuales disidencias. ¿Alguien en la izquierda buscará ser sensato en lo técnico para “hacerle el juego a la derecha”, como suele decirse en dichos predios? Las diferencias, que hace unos meses eran caras e hicieron naufragar alianzas, hoy están supeditadas a lo que se puede considerar una batalla mayor.

Asimismo, Bellido toma un tema del que se entiende poco, pero que tiene gran sensibilidad por su cotidiana cercanía. En dicha gestión, recurre más al simbolismo que a recursos con sustento legal o técnico.

Como efecto de su activismo, el primer ministro termina distrayendo a la oposición política y al escrutinio mediático. En la misma semana en la que el Congreso podría empezar a lograr lo que Bellido no pudo (sacar al ministro de Trabajo Iber Maraví), la oposición parlamentaria empieza a mover acciones de control político, sin que pareciera existir una posición cohesionada.

Los medios, por su parte, habían encontrado una mina de revelaciones en los muy cuestionables nombramientos o despidos en importantes agencias gubernamentales, como la DINI, Indecopi y –más recientemente– Petro-Perú. Hoy se centran, entendiblemente, en los pormenores de la gestión de la energía en el país.

Toda acción tiene una reacción. El ímpetu de Bellido también abre ocasión para que se constituya algo cercano a un liderazgo en la oposición política, sobre todo a nivel parlamentario, donde las principales voces aún se hacen esperar. Si bien al menos tres bancadas de oposición plantearon una postura sobre el tema, hace falta ver que estas tengan correlato en acciones concretas. Debe recordarse, por ejemplo, que un tercio (25) de la alta votación que alcanzó el Gabinete Bellido en su investidura de hace un mes (75 votos) correspondió, en conjunto, a las bancadas de Acción Popular y Alianza para el Progreso.

Con un elenco político precarizado, carente de voces articuladas que puedan enfrentar a una minoría activa y envalentonada, es entendible que quien se termine de imponer sea el actor más dispuesto a algún arrebato. No puede dejar de recordarse aquel viejo refrán: “en tierra de ciegos, el tuerto es rey”.

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