Con la presidenta Dina Boluarte, su Gabinete y el actual Congreso a cargo del país, el panorama actual y futuro inmediato se presenta, por decir lo menos, sombrío.
Asumamos que, para que algo cambie, son necesarias nuevas elecciones y gobernantes. No hablo de adelantar los comicios, sino de esperar el ciclo electoral ordinario, respetando la Constitución, para tener la chance (y solo la chance) de elegir mejores autoridades que enfrenten los problemas del país.
La reciente encuesta de intención de voto presidencial publicada por “Perú 21″ y elaborada por Ipsos nos ofrece una foto temprana del escenario electoral. Aunque todavía es pronto, sirve para identificar algunas tendencias claves.
Keiko Fujimori lidera con un 12%, seguida por Antauro Humala (8%), Carlos Álvarez (4%) y Francisco Sagasti (4%). Más abajo están Hernando de Soto y Rafael López Aliaga con 3%, seguidos por Alfonso López Chau, Verónika Mendoza, Rafael Belaunde y Phillip Butters con 2%. La hiperfragmentación es evidente y, según el politólogo Carlos Meléndez, nos encontramos en el mundo de los “minicandidatos”.
Es paradójico que el fujimorismo encabece las preferencias, pese a su proximidad con el gobierno. De algún modo, la ciudadanía aún no castiga a Keiko Fujimori por su apoyo a Dina Boluarte. En cambio, César Acuña, líder de Alianza para el Progreso y socio del gobierno, ni siquiera aparece entre los mencionados con menos del 2% (sí aparece en ese grupo su hijo Richard).
Salvo que Fuerza Popular se distancie drásticamente del régimen de Boluarte y apoye una vacancia el próximo año, es probable que la campaña se concentre más en la relación de Keiko Fujimori con el actual gobierno que en las fallas y delitos del régimen del difunto expresidente Alberto Fujimori.
En cuanto al resto de los candidatos destacados, ninguno parece tener una relación cercana con la actual gestión. Rafael López Aliaga, alcalde de Lima, mantiene una relación pragmática con el Gobierno, pero en su discurso es cada vez más crítico. Los demás candidatos o se oponen claramente al Ejecutivo o no tienen vínculos visibles con este.
Antauro Humala, quien ocupa el segundo lugar en las encuestas, es una figura que no debe pasar desapercibida. Su mensaje antisistema y anti-Estado de derecho –con propuestas extremas como fusilar personas– resuena en un sector del electorado desencantado con la política tradicional, aunque Humala ya no sea ninguna novedad.
Este tipo de discurso, en un clima polarizado, tiene la capacidad de captar el voto de los indignados, aquellos que sienten que la política no les ofrece nada (pues suele no ofrecerles nada).
El camino electoral aún es largo y hay espacio para que surjan sorpresas. Sin embargo, hasta ahora, ninguno de los precandidatos ha logrado capitalizar políticamente el contexto actual (crisis de inseguridad e inoperancia del gobierno por ejemplo) y posicionarse como una alternativa clara. El primero que lo logre podría obtener un impulso significativo en sus expectativas futuras.