¿Qué posibilidades tienen las diferentes candidaturas de cara a las elecciones del 2026? Un punto de partida del análisis son las preferencias iniciales del electorado. Según la encuesta de enero de este año del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), sobre el total de respuestas válidas, podría decirse que un 28% se define de izquierda, un 36% de derecha y un 36% de centro. Podría decirse, con los mismos números, que la izquierda más extrema congrega a un 22% de ciudadanos, la derecha más extrema a un 28% y las posiciones de centro llegarían hasta un 50%. Todo depende, por supuesto, de qué entendemos por cada una de estas categorías.
El punto es que existen incentivos, para quienes se ubican en los extremos, para desarrollar discursos extremistas. Recordemos que Pedro Castillo quedó en primer lugar en las elecciones del 2021 con apenas el 15% de los votos emitidos y Keiko Fujimori entró a la segunda vuelta con apenas el 11%. Representar el grueso del voto extremista podría ser la llave para entrar a la segunda vuelta electoral. A pesar de todos los cuestionamientos que podrían recibir, la última encuesta del IEP, en marzo, nos informa que Keiko Fujimori despierta la simpatía del 20% de los entrevistados, Rafael López Aliaga del 16% y Antauro Humala del 12%. Al preguntarse por candidatos a la presidencia que podrían resultar atractivos, por el momento todos aparecen con porcentajes mínimos, pero quienes aparecen por mención espontánea nuevamente son Keiko Fujimori, Pedro Castillo, Hernando de Soto, Antauro Humala y Rafael López Aliaga.
En los últimos años, aquí como en todo el mundo, las posiciones extremas han ganado audiencia. En el mundo de la izquierda, la reivindicación del proyecto originario de Pedro Castillo, la bandera de la asamblea constituyente, la causa anticentralista y la reivindicación del mundo rural y andino, la crítica al “neoliberalismo”, entre otros, marcan un bolsón electoral en disputa. En el mundo de la derecha, la movilización ante la amenaza del comunismo, la defensa de valores tradicionales frente al avance del programa del progresismo ‘woke-caviar’, y la reivindicación de la familia y de la vida marcan otro bolsón relevante.
En este panorama, ¿qué posibilidades tiene el centro? Ciertamente, las fuerzas políticas que ocupan este espacio no pueden desarrollar tan fácilmente discursos polarizantes y confrontacionales como los que se desarrollan en los extremos. Sin embargo, en medio del maximalismo principista de los extremos, puede ser bienvenido un discurso que ponga el énfasis en los problemas pedestres de la política pública que concitan la preocupación de los ciudadanos: la inseguridad, la creación de empleos, la mejora en los servicios de educación y salud, y un largo etcétera. Desde hace años que un debate excesivamente ideologizado, judicializado y basado en descalificaciones y acusaciones diversas ha relegado la discusión sobre las políticas concretas. Por ahora, las encuestas mencionan solo a Martín Vizcarra y a Alfonso López-Chau como referentes de centro; se trata, a diferencia de los extremos, de un espacio relativamente vacío todavía en construcción.