No vamos a llegar a nuestro bicentenario como nación independiente en el mejor de los mundos; pero hay nudos que se pueden desatar en este 2020. Algunos ejemplos:
Si hay suerte en su composición, el Congreso debiera culminar la reforma política: Hay aún mucho por hacer y, a la vez, hay que corregir algunas graves distorsiones creadas por disposiciones transitorias del Congreso anterior. Si vamos con las mismas reglas en el 2021, no habrá forma de que nuestra democracia sea razonablemente previsible, con partidos que merezcan el nombre y en las que el elector tenga capacidad de escoger de manera informada.
Nuevas ideas para reducir los feminicidios: Convivimos con la mentira de que por cada denuncia de violencia familiar los policías pueden proteger a la víctima. Todos los miembros, de cada comisaría, no alcanzarían para cumplir ese papel, menos aún para hacerlo eficientemente. Pero, si se sistematiza la abundante información criminológica sobre victimarios y víctimas, se pueden construir perfiles sobre casos de mayor riesgo, que permitan tomar medidas eficientes en los casos potencialmente más urgentes; reduciendo así de manera importante los feminicidios.
La Junta Nacional de Justicia debe ser factor clave para la moralización: Marco Tulio Falconí aparte, la composición es razonable. Su tarea de evaluar, sancionar, así como elegir jueces y fiscales, es fundamental. De ellos depende solucionar rápidamente casos flagrantes aún impunes, para luego concentrarse en promover a más gente formada y correcta en estas instituciones.
Lograr finalmente la reconstrucción del norte, así sea con pocos cambios: Se cumplen pronto tres años de esa desgracia y falta mucho por avanzar. Se quiere adaptar el sistema de gestión de los Panamericanos para asegurar mejores resultados en tiempo, calidad y moralidad. Es el 2020 o nunca. Si este año no se concreta, habremos fracasado.
Pasar de las prisiones preventivas a los juicios: La impunidad haría mucho daño a la moral nacional, dados los abrumadores casos de corrupción que hemos conocido en los últimos años. A la vez, algunos de los hoy sindicados, probablemente sean inocentes y no tienen por qué esperar una vida para que ello se reconozca. Particularmente, los fiscales del Caso Lava Jato tienen la obligación de focalizarse en lo esencial y llevar a juicio, en el 2020, casos importantísimos que se caen de maduros.
Empezar a ver la luz al final del túnel en el transporte y tráfico en Lima: A ratos da la impresión de que las vías de la ciudad pueden, un día de estos, atorarse; de tal manera que nadie pueda ir hacia adelante o hacia atrás. Algo parecido a lo que deben sentir millones de personas que pierden hasta cuatro horas al día atrapados en vehículos destartalados. Por lo menos, que el 2020 termine con algunas mejoras y una ruta clara de salida, con objetivos serios y realistas de corto, mediano y largo plazo.
También nuestro nudo, pero para nosotros imposible: Estados Unidos e Irán empiezan el año con danzas de guerra al filo del abismo. Y no solo me refiero al hecho de que la región involucrada es altamente volátil. Sino a que, una vez más, algo grave y polarizador, nos distrae del problema de todos: el calentamiento global. Los riesgos son cada vez más inminentes y ominosos. La COP 25 en Madrid fracasó y el punto de no retorno está cada vez más cerca.
“Las bicicletas son para el verano” (1984) es una hermosa y dramática película ambientada en la Guerra Civil española. Cuenta la historia de un padre que ofrece a su hijo, ya casi adolescente, una bicicleta para cuando llegue el verano. La promesa se tuvo que postergar y solo se pudo concretar varios años después –y luego de un millón de muertos–. La brutalidad de los enfrentamientos de entonces iba a terminar e iba a llegar un verano (al menos para los vencedores). En cambio, las irresponsabilidades de hoy, podrían contribuir a condenarnos (a todos) a un eterno invierno.
Con el 0,42% de la población mundial, el 0,27% del PBI y el 0,15% de las emisiones, casi no importamos para la solución del problema. Si es que no extras, somos solamente actores de reparto en el drama mundial.
¿Tiene sentido entonces nuestro esfuerzo por desanudar nuestros nuditos, cuando el planeta está así? Claro que sí, tenemos que pelear por ello, pero con un ojo bien puesto en lo otro.