Sátrapa: “Persona que gobierna despótica y arbitrariamente y que hace ostentación de su poder”. Esta es la definición del Diccionario de la lengua española - Real Academia Española y también la condición que caía como anillo al dedo a Evo Morales, expresidente boliviano que pretendía un cuarto período consecutivo en el poder. Las circunstancias de su debacle son harto conocidas. Lo que no termino de entender es por qué gran parte de la izquierda peruana no tomó distancia de su autoritarismo político creciente. Era un sátrapa, pero lo celebraban como a un líder democrático. ¿Acaso hay autócratas buenos y autócratas malos, según sean de izquierda o derecha?
Ahora hablan de Morales como de una víctima. Entonces me pregunto si esta misma izquierda peruana aspiraría, de llegar al poder, a quedarse más tiempo del que establece la Constitución en aras de un “bien superior” (que curiosamente siempre es el “bien superior” del caudillo), tal como pretendía hacerlo nuevamente el expresidente boliviano. Dime si aplaudes a Evo y sabré qué clase de “demócrata” eres.
Otro tema que debería llamar nuestra atención gira en torno al Congreso que elegirá el país en 10 semanas. En todas partes del mundo (y el Perú no es la excepción) hacer política cuesta, aunque decirlo así horrorice a quienes prefieren cubrirse los ojos con una venda. Nadie habla de avalar el financiamiento ilegal o que proviene de actividades delictivas (narcotráfico, contrabando, trata de personas y corrupción, entre otras), pero debemos ser conscientes de la dificultad que tendrán los partidos para financiar sus campañas y dar publicidad a sus listas. ¡Antes de 28 de julio nadie tenía en su radar esta elección! Una rápida consulta entre diversos candidatos y agrupaciones me confirma que dependerán principalmente del financiamiento que cada uno obtenga.
Y eso, como es obvio, acarrea muchos riesgos. Más aún tratándose de un período corto, de poco más de un año, donde muchos no parecen dispuestos a arriesgar fondos propios. Para varios la apuesta será hacerse conocidos hoy para volver a intentarlo en el 2021. ¿Y este 26 de enero, llegarán los mejores? Deberían.
Para ello, no cabe esperar la espontaneidad de nadie: partidos políticos, sociedad civil y medios de comunicación tienen una enorme tarea para las próximas 10 semanas. Exigimos a las organizaciones políticas que convoquen a los mejores, pero muchas veces dispensamos un trato ofensivo o injusto a quienes postulan. Por cierto, no defiendo los “vientres de alquiler” que todos conocemos y que ojalá empiecen a desaparecer en el 2021. Pretendemos la perfección cuando nuestra responsabilidad como electores se limita a la etapa final del proceso. Esta es una tarea tan importante que no se la podemos endilgar solo a los políticos.