Ya entrados en el último mes del año, es claro que el crecimiento económico será cercano a cero. Y con ello, habrá un aumento en la pobreza, lo que significa un retroceso importante para el país. El Perú en el 2023 ha dejado de producir entre S/27.000 y S/30.000 millones con respecto a lo que se esperaba. Esto equivale a entre dos y tres puntos del PBI. Cada día el umbral del desarrollo se nos aleja. ¿Pero cómo recuperar el camino hacia el desarrollo si no queda claro a dónde queremos ir como país?
El gran generador de riqueza y bienestar en un país es la empresa privada. En los primeros seis meses de este año, la inversión privada representó el 83,6% del total de la inversión nacional. El 16,4% restante fue inversión pública. Esto significa que, por cada S/1 que invierte el sector público, el privado invierte S/5. Y demás esta decir que el sector público se financia gracias a los impuestos que pagamos todos los peruanos. Sin inversión privada no hay generación de riqueza y, por lo tanto, los ingresos corrientes del Estado Peruano, que deben ser utilizados para brindar servicios de salud y educación de calidad y cerrar la enorme brecha de infraestructura existente, se reducen. Sin inversión privada no hay creación de empleo formal que permita que las familias escapen de las trampas de la pobreza y la vulnerabilidad. Este año tendremos alrededor de 10 millones de peruanos en pobreza.
El problema con no tener una clase política preparada es que la discusión en el Congreso responde exclusivamente a intereses personales y no a encaminar al país. Mientras que el Ejecutivo, más allá de la retórica discursiva, no se termina de animar a sacar adelante los grandes proyectos de infraestructura pendientes (como Chavimochic, Majes Siguas II, la nueva carretera central o un sistema ferroviario que funcione para permitirle a las regiones llegar a los principales puertos de exportación y reducir sus costos). ¿Como sacamos al Perú del estancamiento en el que nos encontramos?
El gobierno de Pedro Castillo generó un retroceso importante y debilitó la ya golpeada confianza del sector privado. ¿Por qué el gobierno de Dina Boluarte no ha derogado las normas dadas durante el gobierno anterior que encarecieron la contratación formal o las que generan barreras a la inversión privada? ¿Por qué seguimos esperando que se revierta el daño causado al sector agroindustrial con la derogación del régimen laboral agrario? ¿Cómo logramos que el Gobierno entienda que para volver a crecer necesitamos eliminar las barreras que impiden la puesta en marcha de los grandes proyectos mineros? ¿Por qué estamos permitiendo que la explotación de tres lotes petroleros pase a Petro-Perú cuando sabemos que esta empresa estatal no tiene capacidad de ejecución ni respaldo financiero y esto nos generará un costo enorme?
El Instituto de Gobierno y de Gestión Pública ha estimado que entre el 2024 y el 2026 el Perú crecerá entre 1% y 2% anual. Para un país como el Perú, un crecimiento tan limitado es lo mismo que no crecer. La única forma de lograr retomar un crecimiento que nos permita alcanzar a nuestros pares de la Alianza del Pacífico es a través de la inversión privada. Tal como ha explicado Diego Macera, si seguimos como estamos, sin cambiar la forma en la que se está gobernando el país, “el peruano promedio recién tendrá el ingreso por persona que tiene hoy el chileno promedio en el 2050″.
Sin un plan país, difícilmente alcanzaremos a Chile. ¿De quién depende encaminar el país hacia el desarrollo? Queda meridianamente claro que la mediocre clase política peruana responde, cuando no a intereses corruptos, a incentivos de muy corto plazo (de tres a cinco años). Mientras que para los líderes empresariales sus inversiones son de largo plazo. Sin duda, su apuesta está en el Perú y, si nuestro país pierde, ellos tienen muchísimo que perder.
En 1992, el desaparecido Julio Favre sostenía: “Creemos que los empresarios somos los que tenemos la mayor responsabilidad en la conducción de este país y que tenemos que asumir el rol de lideres de esta nación”. Treinta y un años después, yo me pregunto: ¿dónde están estos líderes empresariales?