La acromegálica vigilancia policial a la vivienda de Óscar López Meneses y la denuncia periodística de tan anormal hecho han abierto una caja de Pandora en el funcionamiento de la policía y de las Fuerzas Armadas. Al ciudadano promedio, ese que chambea para tener una vida mínimamente digna, el detalle se le escapa pero de ninguna manera lo central de esta telenovela tipo venezolana. Sabemos bien que la corrupción revelada, impajaritablemente conduce a las altas esferas del gobierno.
Los documentos hablan y permiten deducciones que con un porcentaje mínimo de inteligencia llevan a concluir que en Palacio están en Babia, la inteligencia que se realiza es de poca categoría o una red muy bien montada protegió a OLM con el conocimiento del presidente Humala o sin él, lo que implicaría que no maneja a los mandos policiales y militares.
Una suerte de rehén, pero inmediatamente vienen a la memoria las declaraciones de OLM sobre su amistad con el cadete Ollanta Humala y el regalo del bastón de mando cuando llegó al poder. El presidente lo niega, alguien no dice la verdad. La nota de inteligencia elaborada por el jefe de la División de Seguridad Presidencial es clara y curiosa. Afirma que en Batallón Libres de Trujillo 281 (donde vive ‘Peter Ferrari’ que traficó con oro ilegal), a pocos metros de donde vive OLM (en el 209), “colindante al colegio donde estudia el hijo del presidente hay movimientos de vehículos (camionetas) y personal vestido con pantalón, polo y chalecos negros”. O sea los hombrecitos de negro.
A raíz del talán comienza la labor de inteligencia. Se inicia la búsqueda de los propietarios en los Registros Públicos y de cada uno se consigna: “Generales de ley (que incluye nombre, DNI, dirección, estudios y estado civil), antecedentes políticos y sociales (deduzca usted) y antecedentes comerciales (la vida laboral y de negocios)”. Y así de cada uno de los otros personajes vinculados al caso.
El trabajo toma tiempo, sin duda y ayuda a saber quiénes son los dueños. Lo que resulta raro o poco inteligente es que ahí quedó la cosa mariposa. O que si existe una investigación está guardada bajo siete llaves. Lo cierto es que se podía tranquilamente saber qué hacía esta gente misteriosa de negro y a qué se dedicaba.
Asimismo, si el jefe de la División de Seguridad Presidencial da el talán sobre lo que ocurre en el 281 de Batallón Libres de Trujillo la pregunta que cae de madura es: ¿nadie vio, miró, atisbó siquiera la flota de camionetas de la empresa Sirius estacionadas en el frontis de la casa de Óscar López Meneses, en el 209?
Ojo, inteligencia nacional, Sirius es una empresa privada de seguridad y que como detalle y/o fina cortesía, le paga el celular al señor Óscar López Meneses. Inteligencia de Palacio de Gobierno anda muy averiada por decir lo menos. No es torvo pensar que, con claridad, se cerró los ojos para no ver nada. A pesar de que esa ‘nada’ era inmensamente grande, vistosa y evidente.