Giulio Valz-Gen

A estas alturas del mandato de la presidenta y el de los 130 congresistas que elegimos en abril del 2021, habría que ser un iluso para pensar que vamos a ver algo distinto en los próximos meses. Esto es lo que hay y navegaremos al 2026 con la misma agenda proimpunidad y antiinstitucional.

Debo caer pesado con la repetición, pero es necesario hacerlo, pues, de tanto en tanto, a algunos se les olvida y se ilusionan con que el y el Ejecutivo puedan mostrar una cara distinta. Eso no va a pasar. Los nombramientos en Petro-Perú y la extensión del son solo la evidencia reciente de la agenda de nuestros políticos de uno y otro lado.

Es correcto dar la batalla como lo han hecho algunos gremios, solo que, a futuro, estas deberían ser complementadas con una estrategia de mediano y largo plazo. En concreto, deberían considerar que el calendario electoral se inicia en abril del próximo año (no falta nada) y que los diversos temas que hoy ocupan a la opinión pública (y que ni el Ejecutivo ni el Congreso resolverán) serán parte de la narrativa de la posible media centena de candidatos presidenciales y los miles de peruanos que pretenderán llegar a la Cámara de Diputados y Senadores.

Si bien, por estrategia, muchos de los precandidatos prefieren mantener la ambigüedad sobre su participación, este es un buen momento para al menos tratar de forzarlos a tomar posición y lograr que los temas verdaderamente relevantes para el país sean incluidos en su agenda y discutidos en la campaña.

La gente no vota por los planes de gobierno y estos terminan siendo un saludo a la bandera. No planteo que no existan, solo que no se sobrevaloren. Los posicionamientos electorales tienen más que ver con el sentimiento que con la razón. Lo ‘técnico’ no es suficiente para ganar una elección ni tampoco para gobernar.

Por eso, de cara a los comicios que se avecinan, los mensajes de aquellos que dan la batalla contra la impunidad y defienden lo que va quedando de institucionalidad en el país deben ser lo más aterrizados posibles. No es un reto sencillo, pero es fundamental buscar que el debate público en la próxima elección no sea un carnaval de estupideces de uno y otro lado.

También es relevante empezar a generar espacios de diálogo y debate alturado entre los diversos partidos. La mirada no puede ser solo electoral, tenemos que buscar la posibilidad de que exista una agenda mínima entre aquellos que finalmente sean elegidos. Para los que creemos en la libertad y en el libre mercado, es absurdo pensar que quienes están en esa línea vayan absolutamente peleados a una elección y a un posible gobierno.

Como contaba Omar Awapara, secretario general de Transparencia, hace unos días en CADE, en una ronda de diálogos entre partidos: se dieron cuenta de que los secretarios de partidos relevantes y con presencia en el Congreso ni siquiera se conocían. Quizás es tan simple como empezar por ahí.



*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Giulio Valz-Gen Es socio de la consultora 50 + Uno

Contenido Sugerido

Contenido GEC