La jornada del martes, en la que dos ministros corrieron distinta suerte, ha sido ilustrativa, no solo del momento político, sino también del enfoque con el que el Ejecutivo enfrenta estas difíciles circunstancias. La confusión reinante bien podría explicarse por la ausencia de actores relevantes –como el hermano de la presidenta Dina Boluarte–, pero vale la pena reseñar sus componentes.
En principio, los círculos personales parecen seguir teniendo un peso considerable. No en vano se salvó Julio Demartini, antiguo funcionario del Midis liderado por Boluarte y único sobreviviente del primer Gabinete encabezado brevemente por Pedro Angulo. En cambio, el advenedizo Rómulo Mucho sufrió una censura por amplio margen.
Según información de predios parlamentarios, por Demartini, los operadores del Ejecutivo hicieron mucho; por Mucho, poco. Es cierto que varios grupos expresaron su rechazo a la propuesta que presentó el hoy ex-Minem, como también lo es que la responsabilidad política de Demartini es grave y con ellos ha granjeado un amplio rechazo en el Parlamento.
Como sea, muchas de las incógnitas generadas por ambas situaciones se despejarán en los próximos días. Sin embargo, queda claro que el diferencial en el desenlace ha sido, precisamente, el de la inclusión social –o ‘socialitè’–: formar o no parte del círculo personal del liderazgo del Ejecutivo.
Una consecuencia de la salida de Mucho será que, con el calendario encima y la protesta social activada, deberá ser el Parlamento el que imponga la solución –al menos temporal– al destino del Reinfo, y que esta será, muy probablemente, su extensión.
El que dos ministros enfrenten pedidos de censura, al margen de sus respectivos desenlaces, es también gráfico de un aislamiento creciente y no necesariamente forzado.
De hecho, el retorno de Óscar Vera al Ejecutivo muestra la vocación real del Gobierno, resumida en la frase atribuida al presidente del Consejo de Ministros Gustavo Adrianzén que recoge la columna de Ricardo Uceda: “Queremos ayudarlos, pero no hablen mucho de inversión privada a la presidenta. La ponen nerviosa” (El Comercio, 24/11/2024).
No se sabe cuánto tiempo se tomará la presidenta en encontrar el reemplazo de Mucho. Pero no debería sorprender que sea prolongado. De hecho, Boluarte lo hizo con su primer titular de la PCM: habiendo ella jurado el 7 de diciembre, Angulo recién lo hizo el 10.
En estas circunstancias tan adversas, seguramente el Ejecutivo pasará por un alarde de participaciones públicas –como la vista en Huaycán horas antes de la censura de Mucho– y de toma prolongada de decisiones que proyecten la imagen de ser el que todavía toma las decisiones.
Como si se quisiera replicar aquel pasaje de la canción “CJ”, de Los Fabulosos Cádillacs, cuyo inicio se toma para el titular de esta columna: “Saber si hay / vida normal / afuera de mi / soledad”.