El ministro del Interior anunció el desalojo de los comerciantes informales en las avenidas Nicolás Ayllón, 28 de Julio, Aviación, en el sector de Mesa Redonda, entre otros espacios del Centro de Lima. Cumple con su función. Prevención y seguridad. Pero este no es el fondo del problema. Es la punta del iceberg.
El comercio ambulatorio disfraza el desempleo. Prospera ahí donde hay actividades atractivas para potenciales compradores y alrededor de paraderos, estaciones de metro y comercio formal ya instalado.
El caso emblemático de tratamiento exitoso del comercio ambulatorio se dio durante la gestión del ex alcalde Alberto Andrade entre 1996 y el 2000.
Se reubicó a casi 30 mil comerciantes callejeros del parque Universitario, alrededores del Mercado Central, las calles Azángaro, Paruro, Capón, Barrio Chino, Lampa, entre otras; pero a través de un proceso concertado de negociaciones y principios firmes. El espacio público es del público. No se negocia. Se reconoció el derecho del informal a trabajar. Pero no a costa de la ciudad.
Se elaboró un plan de manejo del comercio informal que incluyó empadronamiento, ubicación de terrenos para la creación de campos feriales, asistencia técnica y económica, y reordenamiento urbano que permita desplazar también al comprador y no solo al vendedor; se crearon nuevos polos económicos en la ciudad.
Ahí están Las Malvinas, Polvos Azules, Polvos Morados que dan fe de que el comerciante callejero pasó del siglo XIX al siglo XXI y se convirtió en emprendedor y microempresario.
Este tratamiento dio la vuelta al mundo y el BID aprobó un préstamo para la recuperación del Centro Histórico. Si el camino ya está señalado, ¿por qué no seguirlo?
Los municipios deben tomar las riendas y darle un tratamiento integral al asunto. No se trata de botar a los comerciantes de unas calles a otras. Sin embargo, a la fecha los damnificados de la plaza Dos de Mayo viven en carpas por tiempo indefinido. Esta semana desalojaron a 32 familias de la plaza Francia, comerciantes callejeros del centro tienen 30 días para irse mientras llegan otros por campaña navideña y hay un muerto en el desalojo de Cajamarca.
El Centro Histórico de Lima ha sido una de las debilidades de la actual gestión municipal que se tira la pelota con el Ministerio de Cultura. Al margen del esfuerzo por peatonalizar algunas calles, el centro no está mejor. Se va despoblando y transformando en un espacio comercial, de oficinas y de intercambio de rutas. No llegan nuevos residentes al centro, que de noche es tierra de nadie.
Hay esfuerzos aislados pero no acciones continuas. Se anuncia un bulevar gastronómico en el jirón Zepita. Disparo al aire. No obedece a ninguna visión integral. El plan maestro está desactualizado. Desafío del futuro alcalde: sin una política de vivienda municipal, y de tratamiento del comercio informal, el desalojo será la peor de las opciones.