Las proyecciones sobre crecimiento económico del Perú no son buenas. Se espera un crecimiento que fluctuaría entre el 0,5% y 0,9%. Con estas cifras es claro que, como ocurrió en el 2022, la pobreza aumentará y se acercará al 30%. Esto implica un retroceso de 13 años, regresando a cifras del 2010. Cuando la pobreza aumenta, crece la insatisfacción de las personas con la democracia, el gobierno y el modelo económico, aumentando la conflictividad social e impulsando irresponsables liderazgos populistas. Cuando uno no tiene nada o muy poco que perder, los liderazgos populistas, sean estos de derecha o de izquierda, resultan atractivos. Y es que, frente al statu quo, que no cambia la realidad de miles de personas, aventurarse por aquel que ofrece romper el sistema genera esperanzas. Cuando la pobreza aumenta, cae también la calidad de vida de aquellos que están sobre la línea de la pobreza y son considerados vulnerables. En el caso peruano es un porcentaje importante de la población y se desarrolla, en gran medida, en el sector informal.
De acuerdo con Latinobarómetro 2023, solo el 8% de los peruanos está satisfecho con la democracia que existe en el país y el 90% cree que se gobierna para unos cuantos grupos de poder. Y probablemente usted y yo, viendo lo que ocurre en el Congreso, en el Poder Judicial y en el Ejecutivo, nos encontremos en este grupo. Pero lo que llama la atención es que el 71% de los CEO de empresas locales aprueba la gestión de Dina Boluarte (Ipsos Perú para “Semana económica”).
Una de las mayores preocupaciones que surgieron cuando se dio la caída del gobierno de Castillo fue que, precisamente, se perdería el sentido de urgencia. Y es que Castillo no era el problema; Castillo era solo un síntoma, una consecuencia de haber abandonado la política y de la orfandad de liderazgos. La realidad es que no es posible construir un país si no es de la mano de sus líderes empresariales. Pero ¿cómo logramos convencer a los líderes empresariales de que es momento de saltar a la palestra y levantar la voz? Y es que no hay negocios exitosos en sociedades fallidas. Y el Perú es una sociedad fallida incapaz de lograr que 10 millones de peruanos puedan satisfacer sus necesidades más básicas. Con un Estado que ha sido capturado por mafias y una clase empresarial que es, en gran parte, mercantilista y que está preocupada en la generación de utilidades en el corto plazo y que no ve cómo, al no tener una visión del largo plazo, el valor de sus negocios cae. Necesitamos una clase empresarial que sea capaz de entender la importancia del entorno.
Hoy a nivel global enfrentamos un serio cuestionamiento al sistema capitalista, pese a que este es el responsable de los grandes avances de la humanidad. El crecimiento económico, la reducción de la pobreza, la reducción de indicadores como la mortalidad materna e infantil o el aumento en la expectativa de vida y la satisfacción de necesidades básicas ocurrieron gracias a la innovación que genera la empresa. Más aun, la libertad económica es la que permite el desarrollo de la empresa que, a su vez, ha sido un catalizador para que más países transiten hacia regímenes democráticos y se expandan el resto de las libertades: políticas y sociales.
¿Cuál es la relación entre el cuestionamiento al capitalismo y su relación con las instituciones y la democracia? Martin Wolf sostiene en “La crisis del capitalismo democrático” que hoy, a nivel global, estamos viviendo una recesión democrática donde los ciudadanos confían cada vez menos en las instituciones democráticas y en las empresas, y se inclinan por líderes populistas autocráticos que, a la vez, limitan libertades y eliminan los pesos y contrapesos necesarios en toda democracia liberal. Un círculo vicioso que aumenta la insatisfacción, al limitar la competencia de los funcionarios públicos, quienes por temor al líder no actúan con independencia, y aumenta la corrupción. Limita, además, el libre desarrollo del sector privado, porque en las autocracias el desarrollo depende de la benevolencia del líder. Sin liderazgo empresarial y sin ciudadanos organizados, el futuro no pinta bien.