Andrés Oppenheimer

No sé si va a reemplazar a como el nuevo motor económico del mundo emergente, pero unas vacaciones de una semana en India después de varios años desde mi última visita me dejaron sorprendido por el rápido progreso de este país. Si bien hay algunas señales preocupantes en el terreno político –ya volveré a este punto enseguida–, vi mucha menos pobreza visible en las calles que la que observé la última vez que estuve en India en el 2007.

El aeropuerto de Nueva Delhi, que yo recordaba como viejo y caótico, ha sido reconstruido y hoy día es bastante moderno y ordenado. El viaje desde el aeropuerto hasta la capital, que era una carretera angosta donde el tráfico se detenía por las vacas, las motocicletas de tres ruedas y bicicletas, es hoy mucho más rápido. En el camino se ven ahora nuevos hoteles y edificios corporativos.

Nueva Delhi hoy se parece mucho a la Ciudad de México: una ciudad enorme y bulliciosa de avenidas anchas y relativamente limpias, con magníficos monumentos y edificios públicos. Vi más pobreza en Varanasi y Agra, las otras dos ciudades que visité esta vez, pero estaba muy lejos de lo que recordaba de mi última vez aquí.

Según estimados del Banco Mundial dados a conocer la semana pasada, la economía de la India crecerá un 6,3% este año y un 6,4% en el 2024, una de las tasas de más altas del mundo. En comparación, China crecerá un 5% este año y un 4,5% en el 2024, según el Fondo Monetario Internacional.

Lo que es más importante aún, India superará a China el 14 de abril como el país más poblado del mundo, según estimaciones de las Naciones Unidas. Ese día, la población de la India llegará a 1′425.777.850 personas.

Pero el dato más significativo en términos de la importancia de la India en el mundo es que unos 200 millones de personas se han incorporado a la clase media de India en los últimos años. Eso está convirtiendo a este país en un importante socio comercial, y en una oportunidad para las empresas estadounidenses y latinoamericanas.

“Lo que contará no es tanto el crecimiento de la población de India, sino el crecimiento de su mercado”, me dijo R. Viswanathan, exjefe del departamento de América Latina del Ministerio de Relaciones Exteriores de la India. “El comercio de India con América Latina hoy es de alrededor de 44.000 millones de dólares anuales, pero no me sorprendería que se duplique a 100.000 millones de dólares en los próximos cinco años”.

Además de su rápido crecimiento, muchos indios se jactan de que sus expatriados y sus descendientes están ocupando algunos de los cargos más importantes del mundo.

Entre ellos se encuentra la vicepresidenta de EE.UU., Kamala Harris (su madre nació en la India), la aspirante presidencial republicana Nikki Haley (sus padres eran inmigrantes indios), el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak (sus abuelos nacieron en India), el CEO de Google, Sundar Pichai, y el CEO de Microsoft, Satya Nadella, ambos nacidos en India.

Lo más negativo que vi en India fue un alarmante culto a la personalidad del primer ministro Narendra Modi. El mandatario indio, que es muy popular, ha estado en el poder desde el 2014 y muy probablemente será reelecto el año próximo. Vi enormes carteles con la foto de Modi casi en cada cuadra de las principales avenidas de Nueva Delhi, así como en autobuses y edificios públicos. Su imagen es prácticamente la única que se ve en los carteles de las calles.

Modi está usando cada vez más el poder judicial para proscribir a sus rivales. A fines del mes pasado, el líder de la oposición, Rahul Gandhi, fue expulsado del Parlamento luego de ser sentenciado por un tribunal a dos años de prisión por presuntamente difamar a Modi en un discurso en el 2019.

El creciente abuso de poderes de Modi es peligroso, entre otras cosas porque, a diferencia de China, el progreso reciente de India se ha debido en buena parte a su estabilidad democrática. Si Modi se convierte en un autócrata electo, el crecimiento económico de la India puede frenarse por el favoritismo, la corrupción y el escepticismo sobre el futuro. Pero si Modi logra controlar sus instintos autoritarios, es probable que India se convierta en la nueva historia de éxito de la economía mundial.


© El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC


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Andrés Oppenheimer es periodista

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