Jaime de Althaus

Un discurso que comenzó con ataques a “quienes se creen los dueños del país”, a los “grandes poderes políticos y económicos” y a los medios de comunicación, parecía confirmar los pronósticos que auguraban una fuga hacia adelante con anuncios radicales. Pero no hubo felizmente nada de eso y la cosa no pasó del recuerdo nostálgico de una asamblea constituyente cuyo proyecto había naufragado en el Congreso. Pidió más bien trabajar juntos.

El problema es que no hay conciencia del daño hecho y de la necesidad de empezar a repararlo. Si cree realmente en el impulso a la inversión privada, como dijo en el discurso –algo indispensable para poder redistribuir–, entonces era hora de anunciar los cambios necesarios para que ello ocurra. Pues no basta con el entierro de la asamblea constituyente.

No se puede creer que se está impulsando la inversión privada y al mismo tiempo mantener y defender los decretos supremos que restringen la tercerización y facilitan las huelgas y los sindicatos, verdaderos ataques al capital que destruyen el trabajo y que no harán sino empobrecer al país. Castillo debió anunciar el fin de la Agenda 19 y la designación de un ministro de Trabajo que ponga en funcionamiento real el Consejo Nacional de Trabajo.

Si realmente cree, como dijo, en la importancia de la inversión minera, debió anunciar la reconstrucción de los aparatos de gestión social de la PCM y del Ministerio de Energía y Minas con personal profesional y conocedor de la gestión y prevención de conflictos, retirando a los operadores políticos de Perú Libre que aún permanecen, dedicados a la extorsión a las minas. Así como que el Estado cumplirá con los compromisos que ha adquirido en las mesas de diálogo.

¿De dónde va a sacar los recursos para llevar el sueldo mínimo de los maestros a una UIT para el 2026? Debió proponer un acuerdo: por cada punto adicional del PBI que crezcamos, habrá un aumento de tanto para los maestros. A ver si así los docentes se animan a apoyar la inversión minera.

¿Cómo puede creer el que está impulsando la inversión privada si se sigue depredando de cuadros técnicos y profesionales al Mincetur, convertido en coto de caza de contrataciones clientelistas del ministro? Debió anunciar el nombramiento de un ministro capaz, por ejemplo, de lanzar una estrategia para captar eslabones de las cadenas productivas globales que están abandonando Asia y relocalizándose en otros continentes. Y de potenciar la Alianza del Pacífico, que es adonde nuestras Pymes exportan en mayor medida.

Si el problema principal de los próximos meses es la manera como la inflación va a golpear los bolsillos de la gente, si el hambre y la enfermedad no darán tregua, es indispensable no solo facilitar la reactivación de la inversión privada, sino focalizar bien la ayuda alimentaria y disponer de medicamentos gratuitos en los establecimientos de salud del primer nivel, hoy puniblemente abandonados. Hay recursos, pero no hay medicamentos debido a corruptelas y pésima gestión. Debió anunciar la coordinación con el sector privado para montar esquemas que permitan solucionar ambas urgencias, para las que hay propuestas, así como para la importación y distribución de la urea con subsidio, algo que las empresas privadas sí saben hacer y el Estado no, en lugar de insistir en una operación estatal que va a seguir fracasando en medio también de corruptelas, dejando a los agricultores sin fertilizante.

Si el presidente sabe que tiene las semanas o los meses contados, debió nombrar un primer ministro de consenso y transición que se aboque a enmendar los daños ocasionados al Estado y a la economía en este último año a fin de entregar un gobierno más ordenado y serio. Por el bien del país.

Jaime de Althaus es analista político

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