Mis reflexiones sobre el golpe las hago en base a “Pedro de los [casi] 500 días. Crónica y análisis de un gobierno fallido”, próximo a publicarse por Maquinaciones Narrativa.
En este, una característica central de la narración es dar cuenta de los acontecimientos cuando estos ocurrieron y no cuando, mucho tiempo después, se descubrieron.
Un ejemplo, el Caso Sada Goray, que se conoció en vísperas del golpe, pero que empezó el primer día útil del gobierno, el 1 de agosto, cuando Geiner Alvarado recibió un mensaje de Mauricio Fernandini diciéndole que tenía información sobre el Fondo Mivivienda, y lo contactó con su jefe de Gabinete, Salatiel Marrufo. Al día siguiente almorzaban en La Choza Náutica. “Ahí, al sabor de los cebiches, se iniciaba el esquema de corrupción más documentado, vasto, diversificado y con llegada a lo más alto del poder de la era Castillo”.
Así, sabiendo lo que ahora se conoce, hay indicios de que el golpe se venía preparando desde hacía varias semanas. Dos testimonios apuntan a que se le habría encargado a Guillermo Bermejo “movilizar a las bases” en cuanto este se diera.
Lo que se habría acelerado fue el momento. Algo tuvo que ver el temor de Castillo a que esa tarde lo vacasen. Si bien 73 votos la habían admitido, faltaban 14 para que se aprobase. Algo extremadamente improbable, dado que no le convenía a Perú Libre ni a las fracciones que se le habían desprendido perder su acceso al poder. Mucho más todavía porque Castillo tenía el control de un número de congresistas (muchos más de los que entonces se suponía) capaces de vender su alma al diablo, como los recientes acontecimientos parecieran confirmar.
Lo que más le preocupaba a Castillo no era una fiscal de la Nación ya no muy interesada en investigar a ‘Los Niños’, sino los avances de la fiscal Barreto y el coronel Colchado, quienes venían consiguiendo muchos colaboradores eficaces. El más demoledor, Salatiel Marrufo, habló la mañana del 7 y dio cuenta de la participación directa de Castillo en la corrupción.
Gracias a “Panorama”, que difundió los videos del Salón Dorado de aquella mañana, pudimos saber, cito: “A las 9:57 a.m., ocho minutos después de que Salatiel Marrufo acusara a Betssy Chávez de la ilegal contratación que había promovido a favor de su inicialmente negada ‘pareja sentimental’, se la ve llegando por el Salón Dorado al despacho presidencial. La correlación en el tiempo me lleva a suponer que su mensaje a Castillo fue algo así como: ‘Esto ya no da para más, o se hace ahora o ya fuimos’”.
Desde allí todo sucedió a velocidad de vértigo y en presencia de Aníbal Torres. A las 11:42 a.m., Castillo leía el discurso del golpe, obviamente escrito con anticipación.
¿Se tiraron a una piscina sin agua? Sostengo que Castillo no lo creía. No solamente por lo ya mencionado, sino porque estaba seguro de que tendría el apoyo al menos del comandante general de la PNP, Raúl Alfaro, por razones que se explican en el libro.
El epílogo nos remite al presente: “Mucho antes del golpe en el que Pedro Castillo se suicida políticamente, sabíamos que su salida, fuese cuando fuese, no ponía fin a la crisis política, una que él había agravado de manera significativa, pero cuyas raíces venían de atrás. Los días, semanas y meses que vinieron no hicieron sino confirmar ese aserto y le agregaron tragedia y mucho mayor deterioro institucional.
El Perú está enfrentando una conjunción de crisis que lo coloca en una encrucijada histórica. Me refiero, además de la política, a la económica, a la de seguridad y a la moral. Para empezar a salir de ella, urge recuperar la esperanza en un futuro viable. Pero esa es otra historia y escapa a este modesto libro”.
PD: Agradezco a El Comercio que hayan aceptado que mi reflexión sobre el año del golpe sea en base a mi mencionado libro. Primera y última vez que uso mi columna para un tema personal.