Tenga cuidado, profesor. Agarre bien sus maletas cuando baje de ese avión. Tome estrictas precauciones porque no van a faltar espontáneos con ganas de ayudarlo con el equipaje y quizá hasta de servirle una tacita de café en la salida del aeropuerto. Le van a querer lustrar los zapatos, limpiar el saco y se ofrecerán para peinar esa melena rebelde de los rockeros clásicos. Está bien que le digan ‘Tigre’, está bien que estemos en julio, pero no haga de su triunfal llegada un circo de Fiestas Patrias.
Eso sí, prepárese para recibir los homenajes más insospechados. Tenemos un presidente y un Congreso con 80% de desaprobación y habrá elecciones el próximo año. Ningún político fue a despedirlos a la Videna, pero ahora los van a abrumar con placas recordatorias, tarjetas de consumo, flashes, ositos de peluche, abrazos, besamanos. Les dirán que son los más grandes, que son los más lindos. Sonría para la foto nada más. Sonría y váyase. Así son ellos, nunca van a cambiar.
Relájese un poco, ha sido mucha presión. El único trabajo más estresante y peligroso que ser técnico de la selección peruana es ser doble en las películas de Schwarzenegger o de Stallone. Por ahora ha ganado. Tiene un generoso crédito de confianza para trabajar sin líos por cuatro años. Descanse por ahora. Duerma.
Aproveche su nota aprobatoria y prepárenos para las Eliminatorias y para el recambio. Le criticamos una convocatoria en la Copa América para solo resolver el día. Ahora que tiene una carga menos pesada una a algunos jóvenes a este proceso. Ya encontró a once, ahora busque a los demás.
Ríase con el exagerado humor y folclor de los peruanos. Aquí somos expertos en hacer del ridículo una posibilidad de ser más felices. Cuando lea ese meme con su foto y con la leyenda “Laura en América”, solo ríase. No se moleste ni se pique cuando encienda la televisión. Se encontrará con un reportero disfrazado de Gonzalo Jara agrediendo sexualmente en la calle y hasta con una indefensa zorra de zoológico profetizando el destino de la selección. Menos mal que ningún conductor de TV le declaró la guerra a Chile por enésima vez. Eso nos habría hecho ganar un lugar en el libro Guinness con un récord dentro del todavía inédito ránking de la estupidez humana.
Gracias, profesor Gareca, y mil disculpas por tan poquita fe. Gracias por devolvernos a la competencia. Aceptemos que Perú en las Eliminatorias arrancará en el grupo de los últimos. Tendrá que usar la adversidad como motor y motivo. Será como ese golpeado retador que iba último en las apuestas antes de subir al cuadrilátero. Perú tiene que ser Rocky Balboa. Al menos ya tiene el ojo del ‘Tigre’.