Este año, la revista “Time” no escogió una, sino varias personas del año: los ‘guardianes’. Con ese nombre se refería a periodistas que, de distintas maneras, son un símbolo de la lucha por la independencia de la prensa: Jamal Khashoggi, asesinado en el consulado de Arabia Saudí en Turquía; el “Capital Gazette”, periódico que publicó ininterrumpidamente a pesar del asesinato de cinco periodistas en sus oficinas; Maria Ressa, filipina que dirige un portal web de noticias crítica al régimen de Duterte; y dos reporteros de Reuters encarcelados en Myanmar por su cobertura. “Este debería ser un tiempo en el que la democracia dé un salto hacia delante, con una ciudadanía informada esencial para el autogobierno. En lugar de eso, está en retiro”, decía el artículo del “Time” en el que se hacía el anuncio.
Otras publicaciones de fin de año tampoco han traído buenas noticias para el periodismo. De acuerdo con el Balance 2018 elaborado por Reporteros Sin Fronteras, 80 periodistas fueron asesinados, tres desaparecieron, 60 fueron secuestrados y 348 detenidos. Y aunque ninguno de los periodistas reconocidos por el “Time” pertenece a nuestra región, el informe da cuenta también de que México sigue siendo el país en paz ‘más mortífero’ y recuerda el asesinato de dos periodistas de “El Comercio” de Ecuador y el conductor del vehículo en el que viajaban a manos de un grupo disidente de las FARC.
Sin embargo, los dos países en la región que han ocupado más titulares en cuanto a falta de libertad de prensa parecen ser Nicaragua y Venezuela. En el primero se vive una situación de represión que ya ha dejado más de 300 muertos y 500 detenidos. El viernes de la semana pasada, las oficinas del medio 100% Noticias fueron objeto de una redada y su director arrestado. Cuando una misión conjunta de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y Reporteros Sin Fronteras estuvo ahí en agosto encontró entre las agresiones contra periodistas independientes las amenazas, persecución, intimidación y campañas de difamación. Aunque quizás uno de sucesos más emblemáticos sea el asesinato de Ángel Gahona, mientras reportaba a través de Facebook Live.
La libertad de prensa en Venezuela, por su parte, ha logrado en el 2018 lo que no creíamos posible: empeorar. En un reporte de la Asamblea General 74 de la SIP, celebrada en octubre, se alertaba que “este año ha sido uno de los períodos más difíciles para los medios y los periodistas independientes, con el factor agravante de que continúa el cierre de los periódicos en varias regiones y los ciberataques contra portales de noticias perpetrados por el gobierno a través de entidades públicas y privadas”. Esto fue antes de que, este mes, el diario independiente más importante, “El Nacional”, dejara de imprimir temporalmente en medio de la presión del gobierno y la escasez de papel.
Con casos como estos en la región, no es sorpresa que en el Perú nos sintamos alejados de este tipo de problemas. Pero no por ello podemos dejar pasar las situaciones en las que este año la libertad de prensa en el Perú ha sido atacada. Quizás el hecho más claro haya sido la promulgación de la ley de publicidad estatal, que al limitar de manera injustificada los medios en los que el Estado podía hacer publicidad recortaba el derecho de los ciudadanos de estar informados y el derecho de contratación de los medios privados. Aunque el Tribunal Constitucional finalmente declaró la norma inconstitucional, el daño se hizo.
Y ahí tenemos también que un representante del Ministerio Público suspendiera una extraña diligencia a las oficinas de IDL-Reporteros, que acababa de hacer públicos varios ‘CNM audios’, luego de que, de acuerdo al director del medio, le advirtieran al funcionario las irregularidades de la operación. O el pedido de una comisión del Congreso para que dos periodistas informaran cómo habían obtenido los ‘CNM audios’, a pesar de que esto afectaba su derecho al secreto profesional. O, solo por dar un ejemplo más, el caso del ex jefe de seguridad del Congreso que no tuvo empacho en insultar a diversos periodistas, llegando incluso a desearle a una de ellos la muerte.
Cuando hablamos de libertad de prensa no se trata simplemente de estar mejor que el resto. Se trata de que los periodistas puedan hacer su trabajo sin presiones y sin miedo.