Es un término lúdico que inventé preguntando en redes “¿qué sería un Mikele?”. ¡Bingo! Una amiga recibió una felicitación virtual por adivinar: una mezcla de Milei y Bukele.
Con el acertijo indagaba si acaso no necesitamos ingredientes de la política ejecutada por el salvadoreño y de lo prometido por el argentino. Sin guardar muchas formas democráticas y observando pocas leyes, Bukele ha reducido drásticamente la delincuencia, ha ejecutado programas sociales y Milei perforó la línea de flotación del multipropósito buque peronista.
La mandataria Dina Boluarte reveló en Fiestas Patrias que en el 2022 –mientras integraba el gobierno disolvente– 8.786 funcionarios habrían delinquido contra el Estado subrayando que la inseguridad –olvidó la impunidad– es nuestro mayor problema por resolver. Para combatir viejos y nuevos delitos solicitó facultades legislativas al Congreso para producir 33 normas.
Dicha solicitud conlleva la recepción de los decretos legislativos, dictámenes, la discusión y votación en las comisiones y, si pasan al pleno, proceden igual, pudiendo regresarlos a las comisiones o archivarlos. La espera puede ser muy larga y frustrante. Siento que estoy en un cine –sin canchita– mientras que afuera lotizan cada día más veredas, subastan más líneas de transporte, aumenta el hambre y que la muerte puede encontrarme saliendo sin siquiera ser candidato a guachimán.
A julio del año en curso, el Estado, en sus diversos niveles –nacional, regional y local–, ha ejecutado, en promedio, apenas el 33% del presupuesto asignado, un porcentaje que esconde casos que pueden inducir a un suicidio colectivo.
Nuestra segunda prioridad es la recuperación económica, razón por la que el Gobierno también solicitó facultades para emitir 10 decretos legislativos que –afirma– desarrollarían nuestra infraestructura.
Deseando el pronto avistar de una economía boyante, observo en el horizonte una recuperación que parece mimetizarse con un espejismo de inexistentes aguas en un desierto cuyo calor todo calcina y seca.
Dado que nadie en el Estado puede ejecutar todo bien y pronto de lo presupuestado –ni siquiera el Poder Ejecutivo, descontando los asaltos al erario nacional–, lo concreto es que quien falla –calcina y seca– es el Estado, evidenciando una incapacidad manifiesta, indolente y recurrente.
Teniendo cuentas públicas abundantes, mayorías languideciendo, habiendo parido una normativa inviable, constatando las enormes dificultades de reflotar nuestra economía, el Estado Peruano presenta serios síntomas de ineptitud funcional múltiple.
El Ministerio de Economía y Finanzas es parte del problema, por cuanto padece de sordera cerebral; no ha reducido los trámites a mínimos razonables y viables. Así, continúa engordando al paquidermo estatal frente a quienes desean emprender algo o persistir en sus negocios.
Y aquí aparece el libertario Milei en un país inmensamente rico, saqueado y postrado por el peronismo, aquel sistema de construcción de poder según René Balestra, mi viejo, dotado, ilustrado, apreciado y respetado profesor rosarino. Javier Milei, aún candidato, postula reducir el estómago de la burocracia –a la que califica de parasitaria y corrupta– para que labure, lunfardo argentino equivalente a trabajar.
Observando el principio de la primacía de la realidad –estamos trabados–, el principio de la incapacidad material –enfrentar nuevos retos con métodos infértiles– y el principio de progresión –fijar y ejecutar reformas en el tiempo–, no deberíamos esperar nuevas elecciones para someter al paquidermo estatal a una cirugía bariátrica hasta extraer todos los desechos normativos y que su andar sea esbelto, clara su mirada y empática su actitud hacia quienes lo padecemos, necesitamos y solventamos.
Emprendamos una radical racionalización normativa homologando, derogando y simplificando las leyes, decretos, resoluciones y reglamentos existentes hasta quedarnos con un 30% de normas simplificadas y cumplibles para que la inversión fluya, la economía crezca, el empleo aumente y la pobreza y la pobreza extrema se encojan.
Resulta injusto y contrario a la razón postergar las necesidades y sueños de millones de compatriotas y la eficaz gestión de preferentes programas sociales. Legislen, entren al quirófano y ejecuten lo necesario, ¿o debemos esperar un Mikele?