El Premio Nobel de Fisiología o Medicina ha sido otorgado a la bioquímica Katalin Karikó (Hungría) y al inmunólogo Drew Weissman (EE.UU.), que trabajan juntos en la Universidad de Pensilvania en EE.UU., por descubrimientos que permitieron el desarrollo de las vacunas de ARNm contra el COVID-19. Las vacunas se han administrado a miles de millones de seres humanos y han salvado millones de vidas. Karikó y Weissman descubrieron una forma de llevar el ARNm a las células sin desencadenar una respuesta inmunitaria no deseada.
Los trabajos de Karikó y Weissman se basaron en reproducir modificaciones químicas que ocurren naturalmente en los ARN mensajeros de células animales. De esta manera, los ARNs sintéticos son reconocidos por las células como propios. Estos ARN mensajeros modificados dirigen dentro de la célula la síntesis de proteínas virales con capacidad antigénica que desencadena una respuesta inmune específica. Las vacunas de ARN contra SARS-CoV-2, el virus del COVID-19, se basaron en estos hallazgos.
El Premio Nobel de Física ha sido otorgado a los franceses Pierre Agostini (Universidad de Ohio) y Anne L’Huillier (Universidad de Lund, Suecia), y al húngaro Ferenc Krausz (Instituto Max Planck, Garching, Alemania) por su investigación sobre pulsos de luz de attosegundos. La física de attosegundos permite a los científicos observar las partículas más pequeñas en los lapsos de tiempo más cortos (un attosegundo es una quintillónima de segundo, o una milmillonésima de nanosegundo). Los ganadores desarrollaron experimentos para poder producir estos pulsos láser ultrarrápidos, los que se pueden utilizar para investigar nuestro mundo a escala microscópica y tienen aplicaciones en la química, la biología y la física.
Anne L’Huillier estaba enseñando cuando recibió la llamada que le indicaba que había ganado el Premio Nobel. “La última media hora de mi clase fue muy difícil”, dijo, pero continuó, pues “enseñar es muy, muy importante”.
Estas palabras de L’Huillier resaltan la importancia de contar con buenos docentes; sin ellos, difícilmente podremos tener buenos estudiantes, y mucho menos buena investigación. Sin embargo, en el Perú parecería que vivimos en un mundo paralelo, donde el deterioro de la educación superior, del que seremos testigos en los próximos años gracias a la contrarreforma de la educación superior, no parece importar.
La suspensión del licenciamiento de programas específicos, como medicina, por la Sunedu es un claro ejemplo de un problema más amplio. Esto implica un retroceso en el control de la calidad de las universidades, lo que lleva a la proliferación de instituciones que no cumplen estándares de calidad adecuados, así como a la presencia de rectores con sueldos millonarios, redes de corrupción y clientelismo, además del conocido uso de universidades como plataforma política.
En el caso de la carrera de medicina, la suspensión del licenciamiento en universidades que estaban en proceso de implementar mejoras pone en riesgo la calidad de la enseñanza para los estudiantes que se gradúan anualmente en el Perú. Además, la Sunedu tenía planes de licenciar programas de educación, pero debido a la contrarreforma promovida por una mayoría del Congreso, estas y otras profesiones carecerán de los estándares mínimos de calidad necesarios para garantizar una formación universitaria adecuada, en contraste con otros países que forman a futuros ganadores del Premio Nobel.