(Foto: GEC)
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Pedro Ortiz Bisso

“No se preocupen, vamos a poner especial atención para que pueda tener la iluminación y no haya ningún riesgo de que pueda jugar en su casa, en Juliaca”.

Con estas palabras, el presidente se comprometió a ayudar para que , campeón nacional del fútbol peruano, juegue la Copa Libertadores en el estadio Guillermo Briceño Rosamedina de la ciudad puneña.

Uno de los requisitos que exige la Conmebol para autorizar el uso de los estadios en sus competencias es que cuenten con luz artificial. El Poderoso del Sur debuta el 5 de marzo ante Sao Paulo de Brasil, así que en las pocas semanas que faltan para ese encuentro tendrá que trabajarse a la velocidad de la luz para instalar las ocho torres con sus correspondientes luminarias. El apoyo del Gobierno Central es fundamental para que los procesos se aligeren. La inversión, que estará a cargo del Gobierno Regional de Puno, asciende a unos 5 millones de soles.

No es la primera vez que un gobernante urgido de popularidad –o, como es el caso de Vizcarra, de mantenerla– se arrima a los éxitos del deporte. Pasó con la final de la Copa Libertadores realizada en Lima, en cuya organización pesó la palabra empeñada por el mandatario. También con los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos, posibles gracias a la decisión política del expresidente Kuczynski, o la remodelación del Estadio Nacional, nacida del deseo del expresidente Alan García de organizar unos Juegos Olímpicos.

Tampoco olvidemos que la razón por la que Universitario y Alianza Lima aún sobreviven pese a las descomunales deudas que acumularon fue por el salvavidas que les lanzó el gobierno de Ollanta Humala al incorporarlos al régimen concursal.

Y así podríamos mencionar otros ejemplos de aquí y otros países. El deporte es una manzana muy tentadora para los políticos, sobre todo para los amantes del aplauso fácil y la fotito al lado de la plaquita de rigor.

Tras la hazañosa campaña de 1976, cuando Alfonso Ugarte se convirtió en subcampeón nacional, el fútbol puneño no había obtenido un logro tan importante como el título de Binacional.

No hay peruano que no quiera ver al Poderoso jugar en su estadio ante rivales como Sao Paulo, River Plate y LDU, todos alguna vez campeones de la Copa Libertadores. Ni que se sienta orgulloso de los Panamericanos o del hermoso Estadio Nacional.

Pero nos gustaría que estos apoyos excepcionales tanto de las autoridades nacionales como de las regionales se brinden también a temas un poquito más importantes, como la seguridad ciudadana, la educación, la salud o el transporte público. ¿Es posible, no?

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