A FAVOR
Lo que quieren los jóvenes
- René Galarreta Achahuanco -
Secretario Nacional de la Juventud
En las últimas semanas se ha venido escuchando la idea de aumentar o reducir ministerios, lo que en la práctica equivale a una reforma institucional del Estado. Y dentro de esta, la consideración de crear un ministerio de la juventud. Para formular tal propuesta, debe realizarse un estudio técnico que justifique tal necesidad, tomando en cuenta que el Perú tiene 18 carteras, que parecen cubrir las principales problemáticas del país.
Haciendo un símil con el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP, 2012), antes Mimdes (2002), y primero Promudeh (1996), la institucionalidad en materia de juventud tuvo su primera entidad en el 2002 y con rango ministerial dentro de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), conocida como Consejo Nacional de la Juventud (Conaju); reducida a Dirección y luego a Secretaría Nacional de la Juventud (Senaju, 2007), como órgano de asesoramiento del Ministerio de Educación. La evolución ha sido negativa, con limitaciones de gestión a nivel multisectorial para administrar las políticas de juventud, y que estas sean vinculantes.
La población joven en el Perú es de más de 8 millones, de entre 15 y 29 años, que representan 27% del total. Esta población decrecerá en promedio a partir del año 2047, pero de manera heterogénea por región (UNFPA 2012), poniendo en riesgo nuestro desarrollo económico. Existen diversos programas y políticas de juventudes en los sectores, a veces aislados, y otros con poco impacto o eficiencia en cuanto a la calidad de gasto.
¿Es necesario crear un ministerio de la juventud? En América Latina ya existen ministerios de la Juventud, como en Nicaragua, Venezuela y República Dominicana. En los dos primeros países, el contexto ha politizado estas entidades, como al resto de las instituciones. En República Dominicana, el problema mayor radicó en la duplicidad de los programas del Ministerio de la Juventud respecto al resto de ministerios. En Bolivia, Ecuador, Panamá y Paraguay, donde la inversión social en juventud es elevada respecto al gasto social total (Cepal/OIJ 2014), el esquema empleado ha sido el de viceministerio o dirección nacional de la juventud, dependiente de un ministerio de inclusión y desarrollo social, o de derechos humanos, con enfoques mucho más adecuados como lo fue el Promudeh, en vez de estar unido al deporte o al sector educación.
Pero lo más importante para una nueva entidad de juventud es que mantenga el enfoque participativo, de diálogo e interacción con las juventudes organizadas, como tuvo el Conaju con el consejo de participación de la juventud, y ahora tiene la Senaju con los consejos regionales de juventud, a nivel territorial, y las juventudes afrodescendientes, estudiantiles, indígenas, políticas, LGTB, voluntarios, etc., a nivel sectorial.
En el V Congreso Nacional de Juventudes, que reunió a cerca de mil delegados jóvenes, incluidos los dirigentes de las juventudes partidarias, se ratificó la propuesta de reactivar el sistema nacional de la juventud, liderada por una entidad rectora multisectorial que tenga peso necesario para supervisar y elaborar políticas para este importante sector poblacional. Esa es la apuesta de la Generación del Bicentenario –nombre acuñado por la Senaju a las juventudes organizadas– a la que hay que darle forma y capacidad técnica y política, para el presente y futuro.
EN CONTRA
Políticas para la juventud
- Elmer Cuba -
Economista
Algunos candidatos a la Presidencia de la República han propuesto la creación de un ministerio de la juventud. ¿Es esta una respuesta eficaz y eficiente para enfrentar los problemas de la juventud? Usualmente se considera “jóvenes” a individuos con edades entre la infancia y la adultez. Dejando de lado a la pubertad y la adolescencia, los jóvenes estarían entre los 18 y 24 años, pero cada país los define casi arbitrariamente, incluso hasta los 29 o 32 años.
En el caso peruano, la Encuesta Nacional de la Juventud (INEI, 2011) define a los jóvenes como aquellos individuos entre los 15 y 29 años. Son casi el 30% de la población total. Durante todas las edades de la vida se presentan problemas particulares. La desnutrición, la anemia infantil y la estimulación temprana son problemas centrales de la infancia. La vejez tiene sus propios problemas. No por ello tenemos un ministerio para cada grupo etario.
Los jóvenes enfrentan problemas particulares. Estos son de tipo laboral, de salud, de criminalidad, entre los principales. Los estados responden a estos problemas a través de legislaciones especiales o a través de programas especiales en diversas dependencias públicas. Es decir, esta demanda de políticas públicas ya está cubierta.
Los ejes de acción estatal abarcan la mayoría de ministerios, lo que sustenta que las políticas para la juventud deben darse de manera transversal. Tal vez una secretaría de la juventud adscrita a la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) pueda ser una mejor solución para la coordinación o simplemente mejorar los actuales programas y políticas.
Los problemas de eficacia y eficiencia de las políticas para la juventud no se resuelven con un ministerio especial. Ello hasta puede ser contraproducente al aislarlo de otras instituciones que ven estos asuntos en sus diversas aristas de una manera más especializada (Ministerio de Salud, Ministerio de Educación, Ministerio de Trabajo).
Que existan problemas transversales no hace que se necesite un ministerio especial para resolverlos. Por ejemplo, la informalidad o la corrupción son transversales a los sectores, no por ello tenemos un ministerio para la formalización o anticorrupción.
El punto central acá no es si hay problemas específicos de la juventud, sino la manera como el Estado se organiza para enfrentarlos.
En general, no se encuentran muchos países con ministerios de la juventud. Estos son más bien una rareza que una generalidad. En muchos casos están vinculados al deporte. En la región latinoamericana hay ministerios exclusivos de este tipo en países como República Dominicana, Nicaragua y Venezuela.
Durante la campaña del 2001, el candidato Alejandro Toledo se comprometió a crear el Consejo Nacional de la Juventud (Conaju) y en su gobierno creó la Comisión Nacional de la Juventud (CNJ) con rango ministerial. En la campaña del 2006, el candidato Alan García propuso fortalecer y descentralizar el consejo. Ya en el gobierno, desactivó el mismo. Irónicamente, esta vez plantea la creación de un ministerio.
Actualmente existe la Secretaría Nacional de la Juventud, que está adscrita al Ministerio de Educación. Esta secretaría ha presentado el Plan Estratégico Nacional de la Juventud 2015-2021. Este debe ser el punto de partida para el siguiente gobierno y no comenzar desde cero, como a veces ha ocurrido en otros campos.