Uno de los temas pendientes y de mayor reclamo es y será la inseguridad ciudadana. Debemos comenzar reconociendo que este ha sido un mal que ha ido en aumento, no solo en los últimos cinco años, sino en más de dos décadas de gobiernos que fracasaron en la tarea de resolverlo.
La clase política tradicional no ha tenido visión de país en este sentido, así como en otros más. La desigualdad, la pobreza, la exclusión social y la falta de oportunidades son los poderosos factores que alimentan el pandillaje, el narcotráfico, la violencia, la criminalidad y la delincuencia juvenil.
La prevención exige más y mejores políticas sociales, particularmente la inversión en educación y asegurar empleo para los jóvenes. Hay que disputar al pandillaje y al narcotráfico el reclutamiento de los jóvenes que no estudian ni trabajan. Hay que darles a los jóvenes una perspectiva de vida.
¿Qué se necesita para revertir esta enorme inseguridad que hoy nos rodea y convertirla en seguridad para nuestras familias?
En primer lugar, voluntad política. Sin ella poco o nada se puede hacer en un país donde han gobernado durante centurias algunos grupos de poder esquivos a las necesidades de las mayorías.
Ante esta enfermedad, hace tres años, iniciamos un trabajo para elaborar una estrategia que materializará la política nacional de seguridad ciudadana.
Lo que se busca es articular al Gobierno Central con los distintos actores del Estado en todos sus niveles para hacer efectivas las políticas de seguridad, abordando los fenómenos de la criminalidad y la violencia en todas sus dimensiones.
Esta agenda es el resultado de las reuniones sostenidas con diferentes organizaciones sociales que han expresado sus demandas y presiones, así como dado a conocer sus necesidades y objetivos.
En mi gobierno, impulsaremos el programa de servicio policial comunitario con licenciados y reservistas de las Fuerzas Armadas que trabajarán coordinadamente con ronderos urbanos y campesinos y juntas vecinales. Estos desarrollarán actividades en la comunidad por dos años y tendrán incentivos como seguro social de salud, un sueldo que se ajuste a las necesidades de la canasta familiar, ingreso a las escuelas de oficiales y técnicas de las Fuerzas Armadas, de la Policía Nacional y a las universidades nacionales. Este trabajo se iniciará en los primeros cien días de mi gobierno en todas las regiones del país.
Otra propuesta es el programa comunitario red de inteligencia vecinal con la Policía Nacional. Esto nos permitirá prevenir ilícitos penales como hurtos, robos, secuestros y extorsiones, desarrollando estrategias de convivencia pacífica en las comunidades. Esto se establecerá como un medio seguro de proporcionar información y garantizar la reserva de la identidad y confidencialidad. Será una red que permita el trabajo en equipo y dará solución a los problemas de inseguridad.
Debemos invertir en inteligencia y comunicación, para que las fuerzas del orden puedan recibir información que les permita estar a la altura del reto que la criminalidad le lanza a la sociedad.
Otro problema por resolver es el estado de abandono en el que se encuentran las comisarías en todo el país. Hoy contamos solamente con 200 comisarías con infraestructuras e instalaciones en buen estado, mientras que en regular y pésimo estado hay 1.151 comisarías. Esto tiene que acabar si aspiramos a contar con una policía moderna y bien equipada.
También se debe avanzar para eliminar el 24x24, que ha desgastado tanto a nuestros miembros policiales con la esperanza de llevar más sustento a sus familias. Sin duda, este corte de ingresos debe ser compensado por el Estado.
La estrategia nacional que realizaremos ubica a las personas en el centro de las políticas en este ámbito e incorpora, como uno de sus ejes fundamentales, la asistencia a las víctimas de delitos.
Este eje tiene el propósito de generar una oportuna coordinación de las diversas instituciones públicas que impulsarán iniciativas para aminorar el impacto traumático del delito sobre la vida de las personas, sobre todo de casos más graves y violentos.
En mi gobierno no habrá narcoindultadores compulsivos como lamentablemente aconteció en un pasado reciente.
Nosotros estableceremos las bases para construir una sociedad basada en mayores niveles de paz, tranquilidad y protección social. En definitiva, un Perú más seguro, más integrado y más inclusivo. Reitero mi compromiso de luchar por los 31 millones de peruanos, para enfrentar con éxito este reto y acabar con esta enfermedad. Necesitamos un nuevo camino para el Perú.
El Comercio ha invitado a los cuatro candidatos que encabezan las encuestas para que puedan turnarse este espacio dominical como una tribuna de sus campañas. Confiamos en que la columna sirva para dar a conocer mejor sus puntos de vista, enriquecer el debate y contribuir a que nuestros lectores puedan tomar la decisión más informada posible el próximo 10 de abril.