Una vez más, los espacios desde donde se van a tomar decisiones que afectan los proyectos de vida de todos los peruanos son ocupados mayoritariamente por políticos que niegan el reconocimiento de los derechos LGBTIQ+. No es nada alentadora la futura composición del Congreso ni que hayan pasado a la segunda vuelta para el cargo de presidente dos candidatos que muestran conocimientos bastante precarios sobre la diversidad sexual y el enfoque de género, y que no son capaces de comprender que la lucha por las reivindicaciones de las personas LGBTIQ+ es una por la libertad y la igualdad ante la ley. Así que cuando las niegan totalmente, como hacen Pedro Castillo y Vladimir Cerrón, o cuando las niegan en parte, como Keiko Fujimori, lo que están afectando es la libertad y la igualdad ante la ley que debemos tener todos los peruanos.
La homofobia significa desagrado, aversión, intolerancia, odio, estigmatización, prejuicios, discriminación, negación de derechos, actos de violencia y criminalización contra las personas de esta comunidad. Si nos centramos en la negación de derechos como parte de la homofobia institucionalizada que se ejerce desde el Estado y que establece discriminación ante la ley entre ciudadanos ¿podríamos decir que Castillo y Fujimori son homofóbicos al negar derechos? Sí, lo son. ¿Son ambos igualmente homofóbicos? Y, en todo caso, ¿sirve en algo diferenciarlos? Pienso que no son igualmente homofóbicos y, dado que el voto blanco, nulo o viciado no nos va a gobernar, sí importa cuál de los dos representa menos daño para las reivindicaciones LGBTIQ+ y en cuál de las dos propuestas podremos seguir luchando por nuestros derechos.
Entonces, si se analizan las declaraciones de Castillo y Cerrón, se advierte una negación total, una agresividad incluso, y repiten constantemente que no están a favor de reconocer derechos como el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y recientemente afirmaron que los asuntos de género y derechos de las minorías no son prioritarios. Típica excusa del discurso homofóbico antiderechos. Si, por otro lado, se analizan las declaraciones de Keiko Fujimori en este tema, no tiene esta agresividad de negación total, comienza a cuidar cada palabra y habla de derechos patrimoniales. Es decir, hay un reconocimiento a medias, típico también de un discurso homofóbico, pero no al nivel de Perú Libre que no desea ni conversar ni darle prioridad al tema. Hay que recordar aquí, también, que el partido de Fujimori trabó avances significativos en esta materia en el Parlamento.
Dado el escenario en el que nos encontramos, Gahela Cari, política de la comunidad LGBTIQ+ de Juntos por el Perú, se equivoca cuando cree que el pensamiento antiderechos se va con unos cuantos talleres a quien no quiere ceder un ápice en este tema. Acierta en que la educación para libertad es importante, pero la lógica lleva a pensar que, en todo caso, sería más bien la Keiko Fujimori de hoy, mayo del 2021, la que estaría más cerca de escucharnos en estos talleres.
Antes de cerrar el artículo consulté con amigos de la comunidad sobre qué les parecía el texto, uno muy querido me dijo: “¿Pero puede haber dos grados de homofobia, no es acaso una sola?”. Hay una diferencia entre nuestros abuelos queridos, que rechazan la homosexualidad porque durante años se ha hablado contra la diversidad sexual desde los púlpitos morales, y los líderes políticos-religiosos que promueven estos discursos discriminadores. A los primeros se les educa con paciencia y a los segundos se les enfrenta con vehemencia.
Esta elección no es fácil para nuestras convicciones democráticas, mucho menos para quienes luchamos por la libertad de ser tratados igualmente ante la ley, pero sí estamos obligados a tomar una decisión porque uno de los dos va a gobernar y es evidente que la propuesta de Castillo, por donde se le mire, representa una mayor amenaza sistémica a todos nuestros derechos y a los cauces constitucionales y los mecanismos ciudadanos que tenemos para luchar por ellos. Las declaraciones, propuestas y el programa presentado por Pedro Castillo coinciden en tener por objetivo el debilitamiento de las instituciones y de la sociedad civil, lo tienen por escrito, y atacan a las organizaciones que buscan promover derechos de grupos vulnerables, entre ellos los LGBTIQ+.
Decidir en contra de un candidato, en esta segunda vuelta, no es adherirse al otro. Este 6 de junio las personas LGBTIQ+ estaremos frente a la cédula y quizás estemos más solos y desamparados de lo que nunca hemos estado en esta lucha, tendremos nuestra pequeña batalla para decidir con cuál de las dos opciones podremos conservar las herramientas y mecanismos para seguir luchando por el reconocimiento de nuestros derechos.
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